domingo, 10 de junio de 2012

¿Qué significa el Grial?




La “búsqueda” de Perceval es un camino de transformación, de iniciación. El adolescente salvaje, ignorante, recorre el camino del conocimiento.

Lo ha emprendido desde su primer encuentro con esos cinco caballeros relucientes que surgen del bosque. Esa visión del esplendor de las armas constituye una experiencia religiosa.


En ese largo camino, el Castillo del Grial no es un lugar más, sino un espacio maravilloso, una aparición milagrosa. El héroe visita el otro mundo para adquirir conocimiento. La visita de Perceval al Castillo es un contacto con lo sagrado, aunque, en ese momento, él mismo no sea consciente de ello.

El señor del castillo, el rey al que un rato antes Perceval ha visto pescando en el río, resulta estar herido.


El rey invita a Perceval a cenar.
Cuando entra en la sala la doncella que porta el grial
«se hizo una claridad tan grande
que las candelas perdieron su brillo,
como les ocurre a las estrellas
cuando sale el sol o la luna»
(«une si grans clartez i vint
qu’ausi perdirent les chanloiles
lor clarté come les estoiles
font quant solaus lieve ou la lune»).
La visión de la luz del Grial marcará para siempre a Perceval.
Pero no dice nada. Toda la sala está a la espera de sus palabras, pero Perceval se calla.
Perceval era el esperado para hacer la pregunta. En el castillo se le ha entregado una espada como regalo, señal de que lo estaban aguardando.
Pero el héroe calla.


En El Cuento del Grial, de Chrétien de Troyes, Perceval no pregunta cuando tiene que hacerlo. Piensa hacerlo al día siguiente.
Pero a la mañana siguiente, ya es demasiado tarde: Cuando despierta, se encuentra con que el castillo está desierto; ya no hay nadie a quien preguntar.

Perceval es “el que no preguntó”. A partir de ese momento, el camino de la búsqueda es siempre difícil, y el fracaso siempre está próximo.

Perceval adquiere conciencia de que su silencio ha sido su fracaso, y emprende la búsqueda, que es como una pregunta prolongada en el tiempo: el término latino “quaerere”, del que deriva el francés “queste”, significa tanto “preguntar” como “buscar”.

Por la mañana, Perceval abandona decepcionado el repentinamente deshabitado castillo. Su oportunidad se ha desvanecido. Se ha equivocado al permanecer callado. Ha fracasado en la empresa.


Se encuentra con una mujer que le pregunta su nombre.
Esa pregunta constituye un despertar de la conciencia de Perceval, un instante de iluminación:
El muchacho, que hasta ese momento no conocía su propio nombre, adquiere identidad: Dice llamarse Perceval:
“Perce–val”: “El que ha penetrado en el valle”.
Esa mujer le explica que no pudo hablar ante la visión del Grial porque se lo impidió el pecado que había cometido contra su madre.


El muchacho vuelve a la corte de Arturo y allí la Doncella Fea le recrimina su comportamiento en el Castillo del Grial:
«No indagaste
a qué prohombre se servía
con el grial que tú viste.
Muy desdichado es el que ve
la ocasión que más le conviene
y aún espera que venga otra mejor».

Esa censura desencadena la “queste”, una errancia sin descanso:
«Y Perceval habló de modo distinto.
Dijo que en toda su vida no dormiría
dos noches en el mismo albergue;
que cuando tuviera nuevas
de un paso difícil, no dejaría de ir a pasarlo;
que cuando supiera de un caballero
que vale más que otro, o que otros dos,
no se abstendría de ir a luchar con él,
hasta que supiera a quién
se sirve con el grial».


Sus palabras son diferentes a las del resto de los caballeros de Arturo: Habla de una “queste” extraña, solitaria, relativa a un mundo desconocido en la corte artúrica.
A partir de este momento, la vida de Perceval gira en torno a la búsqueda: sus aventuras vienen determinadas por su necesidad de saber, de comprender. Su vida es una búsqueda permanente, una pregunta permanente. El héroe se ha transformado.
Perceval abre así un camino nuevo, desconocido. Un camino de absoluta soledad.

Durante cinco años Perceval vaga errante, va en demanda de las más duras aventuras. Pierde la memoria. Olvida a Dios.

Finalmente, el ermitaño le revelará a quién se sirve con el Grial, le desvelará no sólo la pregunta que habría tenido que formular, sino también la respuesta a la misma.


Pero la obra quedó inconclusa: Perceval no llega a regresar al Castillo del Grial para sanar al Rey Herido. Sanación que se habría producido al hacer la pregunta adecuada.
Formular la pregunta significaba restablecer la comunicación perdida, construir el puente entre el mundo terrenal y el espiritual.

Sin embargo, de algún modo este carácter inacabado de la obra de Chrétien es lo que mejor encaja con la nueva forma de vida que en ella se plantea: la “queste” es una búsqueda interminable del sentido de la existencia, una búsqueda que es la vida misma y que sólo concluye con la muerte.


Así, en el anónimo Perlesvaus o Alto Libro del Graal, los caballeros llegan a un lugar llamado Castillo de la Pregunta, donde pueden preguntar por el significado de las aventuras que han vivido y obtener la revelación del sentido espiritual de las mismas.


En el Parzival de Wolfram von Eschenbach la pregunta cobra un cariz nuevo:
La pregunta de Parzival tenía que referirse no al contenido del Grial, sino al dolor de Amfortas (el Rey Herido).
Cundrie (la Doncella Fea) le reprocha su falta de compasión.
El mismo reproche le hace el ermitaño:
«No ganó honra allí,
cuando, al ver la auténtica desdicha,
no le preguntó a su anfitrión:
“Señor, ¿cuál es vuestra necesidad?»

Esa pregunta habría significado el encuentro del héroe, que hasta ese momento ha vivido absorto en sí mismo, con el sufrimiento del otro: la “com-pasión”, compartir el dolor ajeno. Compasión que habría conllevado la curación de ese dolor. La compasión convertiría al héroe en salvador.

Parzival retorna al Castillo del Grial y formula la pregunta adecuada:
- ¿Qué te atormenta?

El amor/compasión pone en contacto al “necio” del comienzo de la búsqueda con los misterios del espíritu.


En la Queste del Saint Graal, el protagonista ya no es Perceval, sino Galahad.
Galahad es el héroe puro, y su búsqueda es un progresivo alejamiento de este mundo y una aproximación al más allá, lo que le permitirá finalmente la visión del interior misterioso del Grial, el acceso a la revelación de secretos inexpresables.
En la ciudad de Sarraz, Galahad VE. Y muere:
«Es así, buen dulce Señor, que me habéis dejado ver lo que siempre he deseado; ahora os ruego que en este punto en que me encuentro, en este gran gozo, permitáis que traspase esta vida terrena y acceda a la celestial».

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