jueves, 29 de noviembre de 2012

Textos cátaros. La Cena Secreta. 1




La Cena Secreta, aunque no es un texto escrito por los cátaros, ejerció gran influencia en sus formulaciones doctrinales.


Es un Evangelio apócrifo.

La Cena Secreta se llama también Preguntas de Juan, pues su contenido consiste en una serie de interrogantes que Juan habría formulado a Jesucristo en una “Cena Secreta del reino de los cielos” de la que, según alguna corriente cátara, la “Última cena” no habría sido sino un reflejo.


La versión latina de este Evangelio es del siglo XIII.

Al parecer, el texto procedería de unas Memorias de los Apóstoles, obra mística, en griego, conocida por los primeros maniqueos.


Existen dos versiones de La Cena Secreta, una extraída de los archivos de la Inquisición de Carcasonne y otra que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Viena (Manuscrito 1.137).
Ambas versiones derivan de una misma copia hecha por los bogomilos medievales.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 7



Insistí acerca de lo que le había preguntado en el tercer cielo: “Muéstrame cómo se sabe aquí todo lo que se hace en aquel mundo”.

Estaba todavía hablándole cuándo he aquí que uno de los ángeles que allí había, más glorioso que aquél que me había subido desde el mundo, me mostró un libro y lo abrió. Estaba escrito, mas no como los libros de este mundo. Me lo dio, lo leí y resultó que allí estaban escritas las acciones de los hijos de Israel, y las de otros que yo no conozco. Dije: “Verdaderamente nada hay que quede oculto al séptimo cielo de cuanto se hace en este mundo”.

Allí vi muchas vestiduras dispuestas, muchos tronos y muchas coronas. Dije entonces al ángel: “¿De quién son estas vestiduras, tronos y coronas?”.
Me respondió: “Muchos de ese mundo serán los que reciban estas vestiduras, al creer en la palabra de Aquél que se llamará como te dije; para ellos están preparadas”.


Y vi a Uno que estaba allí, cuya gloria excedía a todos, grande y maravillosa era su gloria.

Después, todos los justos que había visto, así como los ángeles se llegaron a Él (Adán, Abel, Set y todos los justos se acercaron hacia adelante), lo adoraron y alabaron todos al unísono. Yo también me uní a ellos, y mi alabanza era como la suya. Entonces se acercaron todos los ángeles, lo adoraron y alabaron.

Yo me transfiguré, haciéndome como un ángel.
Vi que estaban allí el Señor y el segundo ángel, pero éste situado a la izquierda de mi Señor.

Pregunté: “¿Quién es éste?”.
Me respondió: “Adóralo, pues éste es el ángel del Espíritu Santo, que habla por ti y los otros justos”.

Vi entonces la gran gloria al abrirse los ojos de mi espíritu, pero no pude continuar contemplándola, mas vi a los justos que con gran poder contemplaban la gloria de Aquél.


Se acercaron a mí mi Señor y el ángel del Espíritu, y dijo Él: “Mira cómo te ha sido dado ver a Dios, y por tu causa ha recibido poder el ángel que está contigo”.

Y vi como mi Señor y el ángel del Espíritu adoraban y alababan juntos a Dios. Entonces todos los justos se acercaron y lo adoraron, y los ángeles hicieron lo mismo. Y todos los ángeles lo alabaron.

Entonces oí voces de alabanza que había escuchado en los seis cielos, que subían y se oían allí; todas eran enviadas a aquel Ser glorioso, cuya gloria no pude contemplar. Yo mismo oía y veía sus alabanzas, y el Señor y el ángel del Espíritu oían y veían todo. Todas las alabanzas que se enviaban de los seis cielos no sólo se oían, sino que se veían.

Oí decir al ángel que me guiaba: “Éste es más excelso de los excelsos, el que mora en el mundo sagrado y descansa en los santos, el que ha de ser llamado por el Espíritu Santo, en boca de los justos, Padre del Señor”.


Estas cosas vio Isaías y las contó a los que estaban ante él, quienes prorrumpieron en alabanzas.

Dirigiéndose al rey Ezequías, dijo Isaías:

“El fin de este mundo y toda esta visión se cumplirán en la última generación.

Vosotros, por vuestra parte, manteneos vigilantes en el Espíritu Santo para que recibáis vuestras vestiduras, tronos y coronas de gloria que están ya dispuestos en el séptimo cielo”.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 6



Isaías en el séptimo cielo.

Y me condujo a la atmósfera del séptimo cielo, donde oí una voz que decía:
“¿Hasta dónde va a ascender el que mora en la carne?”
Me asusté y me eché a temblar. Mas cuando ya me encontraba en este estado, oí otra voz que partía de allí y me decía:
“Permitido está subir al santo Isaías, pues aquí está su vestidura”.


Me subió al séptimo cielo, y allí vi una luz maravillosa, así como innumerables ángeles. Vi en aquel lugar a todos los justos (desde Adán; allí vi al santo Abel, a Henoc y a todos los que estaban con él), despojados del ropaje carnal. Los vi en sus excelsas vestiduras, y eran como los ángeles que allí tenían gran gloria, pero no estaban sentados en sus tronos, ni llevaban sus coronas gloriosas.


Pregunté al ángel que estaba conmigo cómo habían recibido las vestiduras, y por qué no estaban en los tronos con las coronas.


Me dijo: “No recibirán las coronas y tronos gloriosos hasta que descienda el Amado en la forma en la que lo verás (pues descenderá al mundo en los días postreros el Señor que ha de llamarse el Cristo). Sin embargo, verán y sabrán de quiénes serán los tronos y coronas, luego que Él haya descendido, haciéndose como de vuestra forma, y siendo tenido por carne mortal.
El príncipe de este mundo extenderá su mano contra el Hijo; lo inmolarán, crucificándolo en un madero, sin saber quién es. Así será su descenso como tú lo verás; a los mismos cielos quedará oculto para que no se sepa quién es. Y cuando se haya apoderado del ángel de la muerte, ascenderá. Entonces subirán con Él los justos, cuyos espíritus no recibirán vestiduras hasta el día en que ascienda el Señor Cristo, y ellos con Él. Entonces, pues, recibirán sus vestiduras, tronos y coronas, cuando Él haya subido al séptimo cielo”.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 5




Ascenso al sexto cielo.

Me hizo subir el ángel a la atmósfera del sexto cielo, y vi una gloria que no había visto en el quinto. Vi ángeles que eran de gran gloria, y la alabanza allí era santa y admirable.

Dije al ángel que me guiaba: “¿Qué es lo que veo, mi Señor?”
Me respondió: “No soy tu señor, sino tu compañero”.
Nuevamente le pregunté: “¿Cómo es que no hay trono?”
Volvió a responder: “A partir del sexto cielo ya no hay trono. Las órdenes las reciben los ángeles del poder del séptimo cielo, donde mora el Inefable y su Elegido, cuyo nombre no es conocido ni puede saberlo ninguno de los cielos, pues solo Él es Aquél a cuya voz todos los cielos y tronos responderán. He recibido poder y he sido enviado para hacerte ascender aquí, para que veas esta gloria”.


Me hizo subir al sexto cielo.
Allí todos nombraban al Padre primero, a su Amado (Cristo), y al Espíritu Santo, todos al unísono. Su voz no era como la de los ángeles de los cinco cielos, ni como sus palabras, sino que allí eran otras. Había mucha luz. Cuando estaba en el sexto cielo se antojaron tinieblas las luces que había visto en los otros cinco.


Me regocijé y alabé al que ha concedido semejantes luces a los que esperan su promesa, e imploré al ángel que me guiaba no volver más al mundo carnal. Pues he de deciros, Ezequías, Jasub, hijo mío, y Miqueas, que es mucha aquí la tiniebla.


Mas el ángel que me guiaba supo lo que yo había pensado y dijo: “Si te has regocijado con estas luces, cuánto más gozarás en el séptimo cielo cuando veas las vestiduras, tronos y coronas dispuestas para los justos, pues la luz de allí es grande y maravillosa. Y en cuanto a lo de no volver tú a la carne, aún no se han cumplido tus días para venir aquí”.

Oyendo esto, me entristecí, mas él me dijo: “No te entristezcas”.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 4



Y nuevamente me hizo subir, al segundo cielo.

Allí vi, como en el primer cielo, ángeles a derecha e izquierda y un trono en medio, y oí las alabanzas de estos ángeles del segundo cielo.
Había gran gloria en el segundo cielo.

Caí de bruces para adorar, pero no me dejó el ángel que me guiaba. Me dijo:
“Por esto he sido enviado, para instruirte; no adores a ningún trono ni ángel de los seis cielos hasta que yo te lo diga en el séptimo cielo. Pues encima de todos los cielos y sus ángeles está dispuesto tu trono, tus vestiduras y tu corona, que has de ver”.

Me regocijé sobremanera, pues los que aman al Altísimo y a su Amado ascenderán allí en sus postrimerías por obra del ángel del Espíritu Santo.


 El ángel me subió al tercer cielo, e igualmente vi a los ángeles de la derecha y la izquierda, y también había un trono en medio.

Allí no se hace mención a este mundo.

Se transfiguraba mi rostro gloriosamente según iba ascendiendo a cada cielo.

Pregunté al ángel que estaba conmigo:
“¿Nada de aquel mundo vano se menciona aquí?”.

Me respondió así:
“Nada se menciona a causa de su insignificancia, pero nada queda oculto de lo que allí se hace”.

Quise averiguar cómo se sabe, mas me respondió así:
“Cuando te suba al séptimo cielo - de donde he sido enviado -, que está por encima de éstos, conocerás que nada se oculta a los tronos, a los que moran en los cielos, ni a los ángeles”.

La alabanza que cantaban y la gloria del que se sentaba en el trono eran superiores, y los ángeles de la izquierda y la derecha tenían más gloria que los del cielo inferior.


 Y me hizo ascender de nuevo, al cuarto cielo, cuya altura sobre el tercero es más que de la tierra al firmamento. Allí también vi a los ángeles de derecha e izquierda, y el que se sentaba en el trono estaba en medio. También allí recitaban alabanzas. También la gloria del que se sentaba en el trono era mayor que la de los ángeles, cuya gloria, empero, superaba a los de abajo.


 Me subió al quinto cielo, y de nuevo vi a los ángeles a derecha e izquierda.

El que se sentaba en el trono tenía más gloria que el del cuarto cielo. La gloria del que se sentaba en el trono era mayor que la de los ángeles, y su alabanza más gloriosa que la del cuarto cielo.

Alabé entonces al Inefable, al Único, que habita en los cielos, cuyo nombre no es conocido a ningún mortal. El que ha dado tal gloria a los ángeles de los distintos cielos, y multiplica la gloria del que se sienta en el trono.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 3




Ascenso a los cinco primeros cielos.


Luego me subió por encima del firmamento, al primer cielo.

Allí vi un trono en medio, a cuya derecha e izquierda había ángeles.
Los ángeles que estaban a la izquierda no eran como los de la derecha, pero todos alababan a una voz.


Pregunté al ángel que me guiaba:
“¿A quién se dirigen estas alabanzas?”


Respondió:
“A la gloria del séptimo cielo, al Santo que eternamente descansa, y a su Amado, al lugar desde donde he sido enviado a ti, allá se dirigen”.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 2


Ascenso al firmamento.

Dijo Isaías:
Tomándome el ángel de la mano, me hizo ascender.


Le dije: “¿Quién eres, cuál es tu nombre, y a dónde me haces subir?”, pues me fue dada fuerza para hablarle.
Me respondió: “Cuando te haya hecho ascender los diversos niveles y mostrado la visión para la cual he sido enviado, entonces comprenderás quien soy”.


Y subimos al firmamento él y yo.
Allí vi a Semeyel y sus fuerzas; gran guerra había allí por la envidia que mutuamente se tenían los ángeles de Satanás, igual en las alturas que en la tierra, pues semejante a lo del firmamento es lo que hay aquí en la tierra.


Dije al ángel: “¿Qué es esta guerra y esta envidia?”
Me respondió: “Así ha sido desde que el mundo existió hasta ahora, y esta guerra seguirá hasta que venga el que has de ver y lo destruya”.