domingo, 28 de agosto de 2011

Ángeles músicos


El catarismo se desarrolló en un pequeño mundo lleno de poesía y de música. Sabemos poco de ellos, nos ha quedado poca información sobre cómo era su vida cotidiana, pero es imposible que no hubiera música y poesía en ella. Es imposible que no estimaran el valor de éstas como medio de comunicación con Dios.


La música de órgano escuchada en la penumbra de un templo es lo más próximo a la voz de Dios que pueda llegar a captar el oído humano. Con independencia de las creencias religiosas de cada uno, escuchar a Bach en la penumbra de un templo constituye una experiencia trascendente.

Hoy se da poca importancia a la música como lenguaje para la comunicación con Dios. No es lo mismo escuchar a Bach o a Mozart que escuchar bobas melodías de música ligera interpretadas con una guitarrita y voces algo desafinadas. Los que tocan las guitarritas y cantan con más voluntad que arte a lo mejor se divierten, pero ése no es el lenguaje más adecuado para la comunicación con la divinidad, para la relación del hombre con Dios, para la conexión con lo inmaterial.


En la catedral de Valencia se descubrieron a comienzos del siglo XXI unos frescos renacentistas que durante siglos habían permanecido ocultos tras una doble bóveda en la capilla mayor.


En mayo de 1462, una bengala despedida por la “palometa” que representaba al Espíritu Santo descendiendo desde lo alto del cimborrio prendió en los paños que enmarcaban el retablo gótico de la catedral, y el fuego destruyó la decoración del ábside y de su bóveda.

Cuando llegó a la ciudad su Obispo, el valenciano Rodrigo de Borja - futuro Papa Alejandro VI -, trajo consigo al pintor Paolo da San Leocadio, natural de Reggio, en Lombardía. El artista italiano emprendió la restauración de las pinturas del altar mayor en 1472, bajo el patrocinio del Obispo.


San Leocadio pintó dos ángeles en cada entrepaño de la bóveda, hermosos ángeles con luminosas alas desplegadas. Utilizó los mejores pigmentos, como el azul de malaquita y el oro de ley. San Leocadio pintó doce radiantes ángeles músicos. Fue un trabajo minucioso, detallista, religioso, hecho con la conciencia de que no importaba que el ojo humano sólo lo fuese a ver a distancia. San Leocadio estaba estableciendo a través de su arte una directa relación con Dios que iba más allá del resultado material.

Los ángeles músicos son un tema permanente en el arte cristiano, pero los ángeles músicos de San Leocadio son algo más que la decoración de una bóveda.

Paolo da San Leocadio no volvió a pintar al fresco y, en el resto de su extensa obra en Valencia, se mantuvo en un estilo mucho más contenido y formal, como el del retablo de la Colegiata de Gandía o el de la Virgen de Gracia de Enguera, revestida de pesados brocados a la manera flamenca.


La obra de San Leocadio en la catedral desapareció en el siglo XVII, cuando en el año 1672 el Arzobispo Luis Alonso de los Cameros decidió reformar la capilla mayor y sustituir las pinturas del ábside por mármoles y adornos barrocos.
Sin embargo, sorprendentemente, los ángeles de la bóveda no fueron destruidos sino que quedaron ocultados por la nueva cúpula, que arrancaba unos 80 centímetros por debajo de la anterior.


En mayo de 2004 comenzó la obra de restauración de la decoración barroca del ábside de la catedral.
El 22 de junio, a través de un pequeño orificio, se pudo ver el primero de los grandes ángeles que rodeaban la desaparecida clave, la obra del pintor lombardo, oculta durante siglos y perfectamente conservada.


Ahora, tras casi tres años de restauración, ahí están, los ángeles músicos.

Estos ángeles están vivos y tocan de verdad. Arpa, cítara, pandereta, vihuela, viola de arco, laúd, organetto, flauta, trompeta, dulzaina, dulcemelos.
Cuando los ocultaron en el siglo XVII, a varios de ellos les taparon la boca con una pella de yeso. ¿Por temor? ¿Por burla? Algo muy fuerte debieron sentir los artífices de la ocultación.

Ahora, tras siglos de oscuridad, ahí están, luminosos, los ángeles de San Leocadio, haciendo sonar sus instrumentos para construir un puente que comunique a los hombres con Dios.

viernes, 26 de agosto de 2011

Y el Verbo habitó entre nosotros


El Verbo. La Palabra. El Logos. El Espíritu.
Nosotros somos Verbo preso en carne. Palabra encarcelada en materia.
Por eso, nuestro lenguaje es la palabra. Lo que nos aproxima a Dios es la palabra.

La palabra hecha poesía es la más depurada expresión de nuestro espíritu encarcelado.


Poesía y música son las mejores vías de comunicación con Dios. Poesía y música son una misma cosa. La música es la palabra sublimada, la palabra que ha superado las distintas lenguas y se ha hecho lenguaje universal; la palabra tras extraer de ella lo contingente; la palabra hecha abstracción.


Fray Luis definió así este lenguaje en su Oda a Francisco Salinas, Catedrático de Música de la Universidad de Salamanca:

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.

Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.

¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!

¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!


La poesía y la música son el lenguaje para hablar con Dios, el lenguaje sagrado, el medio a través del cual Dios y los hombres intercambian mensajes.

 

martes, 23 de agosto de 2011

"Que todo lo visible es triste lloro"


También fray Luis de León exalta la soledad.

No fue un místico, fray Luis, pero ahí le andaba. Si no lo fue no se debió, probablemente, a falta de ganas, sino a que su propia naturaleza se lo impidió. Más dado a la acción que a la contemplación, más tendente al combate que a la quietud, no llegó a alcanzar nunca el sosiego suficiente. Pero siempre lo anheló. Deseaba esa paz interior que su carácter apasionado y vehemente le negaba.


Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
(VIDA RETIRADA)


Su poesía expresa a menudo ese afán de su espíritu por alejarse de lo terrenal para poder alcanzar a Dios, un Dios que es la paz y el conocimiento.

El “mundanal ruido” con frecuencia lo mantuvo distante de esa paz, a la que sin embargo no dejaba de aspirar.

En su lírica manifiesta constantemente el deseo de la soledad y el retiro, la tranquilidad, el apartamiento. Sus odas reflejan esa incesante búsqueda de serenidad, de una calma que no conseguía.


Uno de sus poemas es una expresa y hermosa invocación AL APARTAMIENTO:

Sierra que vas al cielo
altísima, y que gozas del sosiego
que no conoce el suelo:

Recíbeme en tu cumbre,
recíbeme, que huyo perseguido
la errada muchedumbre,
el trabajar perdido,
la falsa paz, el mal no merecido.

En ti, casi desnudo
deste corporal velo, y de la asida
costumbre roto el ñudo,
traspasaré la vida
en gozo, en paz, en luz no corrompida.


Así anduvieron también los pobres cátaros del medievo occitano, buscando una paz que el mundo les negaba, y, en ella, esa luz no corrompida, ese gozo que está más allá del corporal velo. Perseguidos, viviendo en una huida permanente, acosados por el mal, casi desnudos, levantaron la mirada a las altísimas sierras anhelando el sosiego que no conoce el suelo, deseosos de traspasar la vida de esta tierra, de apartarse de las muchedumbres, de los trabajos perdidos, de las costumbres que encadenan, deseosos de paz.


Los “pocos sabios” a los que aludía fray Luis, esos pocos sabios que en el mundo han sido, nos han ido indicando un camino a seguir. Pero, al mismo tiempo, el camino es individual, hemos de descubrirlo y abrirlo cada uno de nosotros, mirando hacia las cumbres, mirando en nuestro interior, mirando... Escuchando los mensajes que nos llegan a través de la confusión, a través del mundanal ruido. Rechazar el mal; buscar y colaborar con el bien.


Fray Luis no alcanzó el inefable estado de éxtasis místico de la monja y el fraile carmelitas, pero se expresó en términos similares a los de éstos, porque similar era su actitud, su búsqueda. Así, en NOCHE SERENA:

Morada de grandeza,
templo de claridad y hermosura,
el alma, que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, escura?

¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que, de tu bien divino
olvidado, perdido,
sigue la vana sombra, el bien fingido?

¡Oh, despertad, mortales!
Mirad con atención en vuestro daño.
Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
¿podrán vivir de sombra y de engaño?

¿quién es el que esto mira
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira
y rompe lo que encierra
el alma y destos bienes la destierra?


La misma queja de Juan y Teresa, la misma queja del alma que pena por ver a Dios, el mismo lamento del desterrado. Y la misma ansia:

¡Oh, son! ¡Oh, voz! Siquiera
pequeña parte alguna decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí la alma pusiese
y toda en ti, ¡oh, Amor!, la convirtiese.
Conocería dónde
sesteas, dulce Esposo, y, desatada
de esta prisión adonde
padece, a tu manada
viviera junta, sin vagar errada.
(DE LA VIDA DEL CIELO)

Dios es el son, la voz que se introduce en el alma y la conduce, reintegrándola a sí mismo. Dios es el sonido que, como un viento, desata los lazos que encadenan al alma. Dios es la voz que llama al alma y pone fin a su vagar errado. Dios es el camino, la verdad y la auténtica vida.


lunes, 22 de agosto de 2011

El camino de la soledad


San Juan de la Cruz subraya la importancia de la soledad para la búsqueda de Dios, para la comunicación con Dios:

“En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido”.
(CÁNTICO ESPIRITUAL)


Las palabras del carmelita a veces son crípticas, difíciles de entender. Como cuando anota en la SUBIDA DEL MONTE CARMELO - MONTE DE PERFECCIÓN -:


“Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.

Para venir a lo que gustas
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener
has de tenerlo sin nada querer.

[...]

Ya por aquí no hay camino,
porque para el justo no hay ley;
él para sí se es ley”.
(cf. 1 Tim. I, 9 y Rom. II, 14)


Palabras escritas en la soledad, para ser leídas en la soledad, para ser comprendidas en la soledad:

“Era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo”.
(COPLAS HECHAS SOBRE UN ÉXTASIS DE HARTA CONTEMPLACIÓN)


Ahí, en la soledad, Dios nos hablará de cosas secretas, Dios nos guiará para llegar a saber lo que no sabemos, para llegar a poseer lo que no poseemos, para llegar a gustarlo todo. Para llegar a serlo todo.


jueves, 11 de agosto de 2011

"Un entender no entendiendo"


La poesía mística de Juan de Yepes está toda ella atravesada por esta veta que la comunica con la enseñanza cátara y, más allá, con lo más clarividente del platonismo.


La poesía mística de Juan de Yepes es la queja del alma que ha recuperado la memoria y clama por retornar al origen recordado.


CÁNTICO ESPIRITUAL
Canciones entre el alma y el Esposo


¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero:
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.

Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

Descubre tu presencia
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía;
y el ganado perdí que antes seguía.

Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa:
allí le prometí de ser su Esposa.

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.

Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.

Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.


NOCHE OSCURA
Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.


En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.


LLAMA DE AMOR VIVA
Canciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios.


¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.


COPLAS HECHAS SOBRE UN ÉXTASIS DE HARTA CONTEMPLACIÓN


Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios, arguyendo,
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.


Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia...