lunes, 30 de septiembre de 2013

Hombres y mujeres




La teología cátara concedía a la mujer consagrada, la Buena Mujer, una plenitud en las funciones espirituales. La Iglesia cátara concedía en su seno a las mujeres una igualdad de principio. Tan es así que fue definida como “esa escandalosa Iglesia del Anticristo que mezcla a hombres y mujeres”. “Estos apóstoles de Satán tienen entre ellos a mujeres, unas entre las elegidas, otras entre las creyentes”.

En las comunidades heréticas, hombres y mujeres vivían, de hecho, en establecimientos distintos, y las parejas se separaban de común acuerdo al tomar las órdenes cátaras. Pero las mujeres estuvieron presentes con igual derecho que los hombres. Presentes y actuando “entre las elegidas”, es decir, en las filas del clero cátaro. Capaces de conferir el sacramento que salva las almas, cumplían una función sacerdotal.

«Este poder puede pasar de mano en mano, de Buenos Hombres en Buenos Hombres y de Buenas Mujeres en Buenas Mujeres. Pues hay Buenas Mujeres como hay Buenos Hombres, y las Buenas Mujeres tienen ese poder y pueden recibir tanto a los hombres como a las mujeres, y la gente que es recibida por Buenas Mujeres se salva como si lo hubiera sido por Buenos Hombres» (Predicación de Guilhem Bélibaste).

El bautismo espiritual por imposición de las manos de los Buenos Hombres y de las Buenas Mujeres era un gesto sacramental único y esencial que desempeñaba el papel de casi todos los sacramentos católicos; es decir, que su importancia superaba con mucho la del simple bautismo del agua.

Las Buenas Mujeres, como los Buenos Hombres, practicaban también el rito de la bendición del Pan de la Santa Oración. Ostentaban pues, con todo derecho, el conjunto de la función sacerdotal del cristianismo cátaro.

Tenían el poder de consolar a los creyentes, tanto hombres como mujeres. Las mujeres desempeñaban un papel eminente y activo en su clero.

Y fueron numerosas y representativas las mujeres en el seno del clero cátaro. Hubo una proporción del 45 % de mujeres entre los ministros herejes. Mujeres que llevaban una intensa vida en la sociedad. Desempeñaban un papel efectivo en la educación religiosa tanto de su clan como del vecindario. Enseñaban a los novicios y realizaban recorridos pastorales por las casas de sus amigos y conocidos, con el fin de predicar. Y sus creyentes fueron asimismo numerosas y fervientes.

Su palabra cercana, argumentada con las enseñanzas de las Escrituras que habían recibido durante su noviciado, era capaz de presentar a un auditorio femenino una mejor comprensión de sus problemas específicos y una imagen del cristianismo más accesible y mejor adaptada que el lenguaje masculino y alejado del cura de la parroquia.

Durante los años de persecución, las creyentes tomaron el relevo hasta el final, entre angustias y peligros; en la atmósfera de miedo y suspicacia generalizados, las mujeres, mejor que sus hermanos, se mostraron fieles protectoras de los Buenos Hombres acosados.

Desde el principio hasta el final, su poder sacerdotal fue el mismo que el de sus hermanos varones. La misma capacidad, en principio y en derecho, de conferir el sacramento para ordenar y para salvar las almas.

domingo, 29 de septiembre de 2013

El ser espiritual




La teología cátara rechazaba los relatos del Génesis, y no relegaba a la mujer a una posición subalterna.

Los predicadores cátaros enseñaban que «las almas de los hombres y las mujeres son todas buenas e iguales entre sí» y que «sólo el diablo hace diferencias en los cuerpos». Diferencias carnales ilusorias y provisionales.

Era posible salvarse por igual en un cuerpo de mujer o en el de un hombre; un hombre muerto sin Buen Fin podía perfectamente renacer como mujer y alcanzar su salvación como Buena Cristiana.

Las almas de hombres y mujeres no tienen ninguna diferencia entre sí. Toda la diferencia entre hombre y mujer está en su carne, obra de Satán. Así, cuando las almas de los hombres y de las mujeres abandonan sus cuerpos, no hay entre ellas diferencia alguna.

Los ángeles de Dios son iguales en su ser espiritual. Los ángeles de Dios, tal como existían desde toda la eternidad en el cielo, son iguales, e igual a ellos será cada una de las almas en su salvación individual.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El final de esta vida




La palabra endura significa ayuno.

Hubo entre los cátaros prácticas de ayuno absoluto de los enfermos tras un consolament recibido en el lecho de muerte.

El enfermo “consolado” no quería perder el beneficio de la salvación de su alma, peligrosamente conseguida.

Si, una vez “consolado”, el enfermo cayera de nuevo en el mundo del pecado, perdería su salvación.

La endura sólo era, de hecho, la observancia a ultranza, en el lecho de muerte, de las reglas de vida de los Buenos Cristianos, y especialmente de sus reglas alimentarias: rechazo de cualquier alimentación cárnica, ayunos rituales de pan y agua...

Algunos Buenos Hombres permanecieron varios días junto a un moribundo, para velar por el Buen Fin cristiano del enfermo al que habían ido a “consolar”, y practicando con él los ritos de su Iglesia.

jueves, 26 de septiembre de 2013

La verdadera patria




Cualquier creyente cátaro podía aspirar a convertirse en Buen Cristiano.

La Iglesia cátara se componía, al igual que la Iglesia católica, de clero y laicado. Pero, al contrario de lo que ocurría en la Iglesia católica, la casta sacerdotal/monástica cátara no estaba cerrada a la aspiración de la generalidad de los fieles. Cualquier creyente era un Buen Hombre en potencia, la “ordenación” era un objetivo de todos los creyentes.

Ordenados por el bautismo espiritual, el Buen Hombre y la Buena Mujer debían vivir cristianamente. El consolament sólo proporcionaba la salvación si era acompañado por las buenas obras, por el cumplimiento de la regla evangélica, por el seguimiento de la Vía de la Verdad.

Los cátaros no concedían valor alguno a los condicionamientos humanos establecidos en un universo arbitrariamente regulado por los vencedores convertidos en señores. Rechazaban, en nombre del Evangelio, todos los fundamentos de la sociedad de su tiempo, una sociedad que aplastaba al hombre.

Pero eso no significa que aspiraran a una revolución social. Lo que condenaban era la totalidad de este mundo malvado, a lo que aspiraban era a la patria celestial.

martes, 24 de septiembre de 2013

Gesto de salvación





El consolament era el único sacramento cátaro y abarcaba los distintos momentos de lo sagrado.

La función sacramental del gesto único de la imposición de las manos era, de hecho, múltiple.

Era bautismo, es decir, rito de iniciación que confería la calidad de cristiano.
Confirmaba por el Espíritu y la imposición de manos el bautismo del agua.

Y, como el bautismo de la Iglesia primitiva, sólo se confería a adultos voluntarios y conscientes (la Iglesia cátara rechazó la noción de pecado original).

El sacramento podía conferirse igualmente a un agonizante en su lecho de muerte, siempre que tuviera todavía conciencia.
Y era así también extremaunción.

Se trataba entonces del consolament del Buen Fin, que, si el enfermo terminaba sus días en la observancia de los votos de los Buenos Cristianos, aseguraba la salvación de su alma.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La transmisión del Espíritu



El consolament es asimismo bautismo.

Bautismo por el que se transmite el Espíritu Santo, con la oración y con la imposición de manos.

De ese bautismo dice Jesucristo a sus discípulos: «Id e instruid a todas las naciones, bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28, 19-20).
Y también: «“Como el Padre me envió, os envío yo también”. Cuando lo hubo dicho, sopló sobre ellos y les dijo “Recibid el Espíritu Santo”» (Juan 20, 21-23).

El ordenado tomaba el libro de los Evangelios, y todos los demás cristianos presentes en la ceremonia imponían sobre él la mano derecha.
El ordenado decía entonces: “En nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” y todos los demás decían “Amén” y añadían: “Padre Santo, acoge a tu servidor en tu justicia y envía tu gracia y tu Espíritu Santo sobre él”.
Tras algunas plegarias rituales, el nuevo cristiano besaba el Libro que se había utilizado en el oficio.
La ceremonia concluía con el intercambio general del beso de la paz.

Este gesto es complementario del otro bautismo, el de Juan, el del agua.
El ritual cátaro evoca el rito del sacramento paleocristiano del doble bautismo, agua e imposición de manos, mencionado ya en los Hechos de los Apóstoles.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El camino de la Verdad




La “ordenación” de los Buenos Hombres constituía un verdadero compromiso de vida consagrada.

El oficiante hacía previamente una prédica destinada a iluminar el sentido de los compromisos que el futuro cristiano iba a adquirir, de los sagrados gestos que se iban a realizar y de las palabras que se recitarían.

Comenzaba con la pronunciación de votos casi monásticos por el postulante, que se comprometía a seguir el camino de la Verdad.

La segunda fase de la ceremonia consistía en la imposición colectiva de las manos y del libro sobre la cabeza del novicio para impetrar al Espíritu Santo consolador, con acompañamiento de lecturas de fórmulas rituales y plegarias, y de una serie de gestos de devoción.

La ceremonia se cerraba con el beso de paz. Un beso en la boca, como era usual en la Iglesia griega.

Todo el rito se desarrollaba en presencia de la comunidad de creyentes.