miércoles, 28 de diciembre de 2011

Catarismo y Grial



Existen dos Principios:
El Principio del Bien, del que proceden los espíritus humanos.
Y el Principio del Mal, creador del mundo material.

Ambos Principios mantienen una lucha cósmica en la cual el hombre se encuentra implicado.
El espíritu humano, que procede del Principio del Bien, ha sido apresado en estas cárceles de materia que son los cuerpos creados por el Principio del Mal.

La vida en este mundo ha de ser para el hombre un esfuerzo permanente por desasirse del lastre terrenal y recordar su origen divino.


Procedemos del Espíritu. Volveremos al Espíritu.
La materia es creación del Maligno.
Estos son los presupuestos básicos del catarismo.
Sentados los cuales, resulta disparatado cualquier intento de relacionar la doctrina cátara con las recientes interpretaciones del Grial como “linaje de Jesús”.
Siendo la materia creación del Maligno, Jesucristo no pudo ser un hombre de carne y hueso.

Jesús, enviado de Dios para establecer comunicación con el hombre, adoptó apariencia humana para que esa relación fuese directa y fácilmente comprensible. Pero Jesús fue Espíritu y regresó al Espíritu, y resulta absolutamente inaceptable para la doctrina cátara que dejara en este mundo una descendencia material.


Nunca los cátaros custodiaron ni reverenciaron nada que tuviera relación con la materia. La sangre de Cristo no es objeto de veneración para el catarismo, ni en sí misma ni como “linaje”. La procreación, para el catarismo, pertenece al ámbito de la materia y de ningún modo resulta admisible que Jesucristo tuviera descendencia.

Todas las fantasías recientes sobre supuestos descendientes de Jesús y María Magdalena son por completo ajenas a la realidad cátara. Los supuestos “tesoros ocultos” de los cátaros, si los hubo, nunca serían otra cosa que medios de subsistencia, puesto que a nada material atribuyeron especial valor.
El “tesoro” de los cátaros pertenece al mundo del espíritu, y por tanto no está escondido en ninguna parte salvo en el corazón de todos y cada uno de nosotros. Ni se trata de ninguna misteriosa clave oculta para reconocer un “linaje sagrado”.
A ese “linaje” pertenecemos todos en tanto que procedemos del Espíritu.


Ése es el único mensaje cátaro: Somos Espíritu. Procedemos del Espíritu. Regresaremos al Espíritu.

Y ése es el único sentido posible del Grial en relación con el catarismo: El Grial no es sino una idea-fuerza, un símbolo, una metáfora.


El Grial supera así tanto su concepción estricta como copa de la última cena cuanto su reformulación fantasiosa como linaje de Jesús. El Grial es un intangible. Es una aspiración, un motor, un ideal. Todo hombre puro es su custodio. El Grial es la única lucha que vale la pena, es la mayor de las ambiciones, es el alimento que no sacia, es la respuesta a todas las preguntas.

La historia del Grial es la historia de todo ser humano que toma conciencia, que interroga, que busca, que emprende el camino. El camino de regreso al origen. El Grial es el impulso que nos pone en camino, es la llamada que oímos en la lejanía, es la sed y el agua, es la luz en las tinieblas.

Reducirlo a disparatadas teorías sobre hijos de María Magdalena es no haber entendido nada.

 

martes, 27 de diciembre de 2011

El buscador del Grial




Perceval es un muchacho de ilustre linaje, pero que ha crecido en la ignorancia, aislado en la Yerma Floresta Solitaria, desconocedor de sí mismo y de la realidad que hay más allá de su limitado ámbito vital.



Un día ve pasar cerca de su casa a unos caballeros y queda fascinado por su aspecto. Los cree ángeles. Y decide seguirlos. A partir de esa visión ya no le importa lo que hasta entonces había sido su mundo. Lo abandona todo y marcha a la ventura.



A partir de ese momento, el joven ignorante se transforma en héroe que atraviesa un proceso de aprendizaje e iniciación. Perceval se convierte en guerrero, en caballero.



En su vagar en busca de aún no sabe qué, llega a un castillo en el que es invitado a cenar por el Rey Pescador o Rey Herido.

A mitad de la cena, tiene lugar algo extraño: Atraviesa la sala una procesión en medio de la cual avanza una doncella portando “un grial”. Un grial que ilumina la estancia de tal modo que en su resplandor se diluye la luz de los candelabros.



Perceval falla entonces. Su preparación aún no es suficiente. No hace la pregunta que debería haber formulado. No pregunta a quién se sirve con el grial.

Hacer la pregunta adecuada. Ésa es la Búsqueda. Sin pregunta no hay búsqueda y por tanto no hay encuentro, no hay fin del camino, no hay solución al enigma. Puedes incluso estar frente a lo buscado y no ser consciente de ello, no ser consciente de su significado.



Por eso, Perceval ha de abandonar el castillo y proseguir su peregrinaje. Completar su iniciación.



Perceval ha permanecido callado cuando debería haber preguntado. La luz del grial se esfuma. La tierra permanece desolada y el Rey sigue sangrando, porque Perceval no ha formulado la pregunta sobre el sentido del grial.



El buscador se ve obligado a deambular durante años, luchando, enfrentándose a dificultades, superando obstáculos. Durante años lleva una vida dura y errante, aprendiendo, fortaleciéndose, purificándose, conociéndose a sí mismo y el significado del viaje.



Ha dejado atrás su casa, la seguridad de la protección materna. Se ha adentrado en lo desconocido. Ha afrontado amenazas. Ha aprendido a combatir. Se ha sometido a pruebas. Se ha internado, solo, en el peligro. Por el camino, le han sido revelados secretos cuyo alcance sólo puede conocer el que se atreve a asumir el riesgo del peregrinaje.



Finalmente, en ese largo viaje, Perceval encuentra al sabio que le revela el sentido del grial: En él se transporta el alimento milagroso con el que se sostiene el Rey Herido, el Rey Inválido. Perceval es instruido en los misterios.



La búsqueda de Perceval no es sino la búsqueda de Dios. Dios es el “alimento mágico”. Dios es la respuesta a la pregunta. Dios es la sanación de la enfermedad.



Sólo el caballero puro puede alcanzar la revelación. El viaje de Perceval es el camino hacia Dios.



De hecho, a lo largo del proceso, la pregunta se transfoma. En la soledad de su viaje, Perceval-Parsifal se pregunta repetidamente: “¿Qué es Dios?” Sus victorias en lances caballerescos son insuficientes. Perceval-Parsifal busca algo más, necesita algo más. Acumula hazañas, pero su alma se siente insatisfecha.



La aventura adquiere así una dimensión espiritual, interior, sagrada, trascendente.



Perceval-Parsifal, o Galahad en textos posteriores, puede sentarse en el Asiento Peligroso sin que ningún daño le sobrevenga, y alcanzar la visión del Grial, porque es el caballero puro.



La aparición final del Grial es una visión mística. Tras la revelación, Galahad muere. Perceval se convierte en Rey. La consecuencia es la misma: La transformación radical, el paso a otro plano.



El héroe alcanza el conocimiento y con ello se libera. El Grial es el objeto lejano cuya consecución ha guiado el camino.


domingo, 18 de diciembre de 2011

Águilas y gallinas





Un campesino encontró un huevo de águila en lo alto de la montaña. Lo recogió, lo llevó a su granja y lo puso junto a los huevos que iban a ser empollados por una de sus gallinas.


Cuando el tiempo llegó, los pollitos salieron del cascarón, y el aguilucho también.
El aguilucho se crió con los polluelos del gallinero.
Aprendió a cloquear, a escarbar la tierra, a buscar lombrices y a subir a las ramas más bajas de los árboles, exactamente como toda gallina. Su vida transcurrió con la convicción de que era una gallina.


Un día, ya vieja, el águila estaba mirando hacia arriba y tuvo una visión magnífica. Un ave majestuosa volaba en el cielo abierto como si no necesitase hacer el más mínimo esfuerzo.


Impresionada, se volvió hacia la gallina más próxima y le preguntó:


¿Qué pájaro es aquél?


La gallina miró hacia arriba y respondió:


¡Ah, es el águila, la reina de los cielos! Pero no pienses en ella: tú y yo somos de aquí abajo. No podemos volar.


El águila no miró hacia arriba nunca más y murió creyendo que era una gallina, pues así había sido tratada siempre.

 

sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Dónde está escrito?


There's not a morning
I begin without
A thousand questions running through my mind,
That I don't try to find the reason and the logic
In the world that God designed.
The reason why
a bird was given wings,
If not to fly and praise the sky
With every song it sings.
What's right or wrong,
Where I belong
Within the scheme of things...
And why have eyes that see
And arms that reach
Unless you're meant to know
There's something more?
If not to hunger for the meaning of it all,
Then tell me what a soul is for?
Why have the wings
Unless you're meant to fly?
And tell me please, why have a mind
If not to question why?
And tell me where,
Where is it written what it is
I'm meant to be,
that I can't dare
To have the chance
to pick the fruit of every tree,
Or have my share
of every sweet-imagined possibility?
Just tell me where, tell me where?
If I were only meant to tend the nest,
Then why does my imagination sail
Across the mountains and the seas,
Beyond the make-believe
of any fairy tale?
Why have the thirst if not to drink the wine?
And what a waste to have a taste
Of things that can't he mine?
And tell me where, where is it written what it is
I'm meant to be, that I can't dare
To find the meanings in the mornings that I see,
Or have my share
of every sweet-imagined possibility?
Just tell me where- where is it written?
Tell me where
Or if it's written anywhere?

(Yentl)



No hay mañana que comience
sin que mil preguntas crucen por mi mente,
sin que trate de encontrar
la razón y la lógica
del mundo.


La razón por la que a un pájaro se le dieron alas,
si no es para volar y alabar al cielo
con cada canción que canta.
Qué está bien y qué está mal.
Cuál es mi lugar
en el esquema de las cosas...


¿Y por qué tenemos ojos que ven
y brazos que alcanzan
si no significa
que hay algo más que conocer?

¿Para qué existimos
si no nos preguntamos el sentido de las cosas?

¿Para qué sirven las alas
si uno no está destinado a volar?


Y dime por favor,
¿para qué tenemos mente
si no para preguntarnos los porqués?


Y dime: ¿Dónde,
dónde está escrito lo que estoy destinado a ser,
dónde está escrito
que no debo atreverme
a coger la fruta de cada árbol,
o aspirar a tener
mi parte en cada dulce posibilidad?
Dime dónde. Dime dónde.


Si mi único destino posible
es mantener un hogar,
entonces ¿por qué mi espíritu vuela
hacia montañas y mares,
más allá de lo imaginado
en cualquier cuentos de hadas?

¿Por qué la sed si no es para beber el vino?

Y qué desperdicio sería tener el anhelo
de cosas que no puedes alcanzar.


Y dime dónde, dónde está escrito
lo que estoy destinado a ser,
dónde está escrito
que no puedo atreverme
a buscar el significado de cada amanecer
o a tener mi parte
en cada posibilidad imaginada.


Dime dónde, dónde está escrito.
Dime dónde,
o si está escrito en alguna parte...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Por qué temblar ante la muerte?


Hay, en la ópera Werther de Massenet, un hermoso soliloquio del protagonista que, desesperado, piensa en la muerte.



Pourquoi trembler devant la mort?
Devant la nôtre?
On lève le rideau...
puis on passe de l'autre côté,
Voilà ce qu'on nomme mourir!

Offensons-nous le ciel
en cessant de souffrir?

Lorsque l'enfant revient d'un voyage
avant l'heure,
bien loin lui garder quelque ressentiment,
au seul bruit de ses pas
tressaille la demeure
et le père joyeux l'embrasse longuement!
O Dieu! qui m'as créé,
serais-tu moins clément?
Non, tu ne saurais pas, dérobé sous voiles
rejeter dans la nuit ton fils infortuné!
ton fils!
Devinant ton sourire au travers des étoiles
il reviendrait vers toi d'avance pardonné!
Père! Père!
Père, que je ne connais pas,
en qui pourtant j'ai foi,
parle à mon coeur,
appelle-moi! Appelle-moi!



¿Por qué temblar ante la muerte,
ante nuestra muerte?
¡Se levanta el telón y...
pasamos al otro lado!
Eso es a lo que llamamos morir.

¿Ofendemos al cielo
si cesamos de sufrir?

Cuando el niño vuelve de un viaje
anticipadamente,
no se le guarda resentimiento.
Al solo sonido de sus pisadas
se estremece la morada
y el padre, dichoso, le abraza largamente.
¡Oh, Dios! Tú, que me has creado,
¿serás menos clemente?
No. ¡No te ocultarás
y rechazarás en la noche
a tu hijo infortunado!
¡Tu hijo!
Intuyendo tu sonrisa entre las estrellas,
él regresará a Ti,
¡Perdonado de antemano!
¡Padre! ¡Padre!
Padre, al que no conozco,
y en quien sin embargo creo,
háblale a mi corazón,
¡Llámame! ¡Llámame!



Estas palabras podrían ser una oración del catarismo.


La oración del hombre que, desde la tristeza, desde el infortunio, desde la desesperación, ya sólo piensa en salir de la cárcel y regresar a la casa del Padre.