martes, 25 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 7. Persecuciones



"Porque está escrito: golpearé al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas" (Mt., XXVI, 31, ex Zaq., XIII, 7).
Por pastor debemos entender Cristo; por las ovejas del rebaño dispersadas, los discípulos.


No es ciertamente el verdadero Dios quien golpeó a su Hijo Jesucristo, pues si por sí mismo hubiera perpetrado este homicidio, nadie podría de ninguna manera acusar de ello a Pilatos y a los Fariseos, quienes no habrían hecho con ello más que cumplir la voluntad de Dios, y por el contrario habrían cometido un pecado resistiendo a la voluntad del Señor.

Es el principio maligno, por cuyo efecto Pilatos y los Fariseos, Judas y los demás, cometían este homicidio.


Por esto fueron dispersados los discípulos, es decir, se separaron de Cristo, según una voluntad que emanaba no del Bien sino del Poder de los espíritus malignos.

Nuestro Señor Jesucristo ha anunciado a sus discípulos que deberían sufrir, en los tiempos venideros, tribulaciones, persecuciones y la misma muerte, a causa de su nombre.


Declara, en efecto, en el Evangelio de Juan:
"Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Jn., XVII, 14).

Y San Juan se expresa así en la primera epístola: "Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida " (1, Jn., III, 13-14).


Así pues, todos los que deseen seguir a Jesucristo serán perseguidos (2, Ti., III, 10-12).

jueves, 20 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 6. Del libre albedrío




Nuestros adversarios nos dicen:
"El hombre ha recibido el poder de hacer lo que, sin embargo, no hace, no ha hecho y no hará nunca. Ha recibido la voluntad que, sin embargo, no ha tenido, no tiene y no tendrá nunca. Ha recibido también la capacidad que no ha ejercido, no ejerce y no ejercerá nunca".


Y bien, si es así, nada nos impide afirmar que se puede cambiar todo lo imposible en posible.
Pero estas son palabras locas y vanas imaginaciones.
Ya que, en verdad, si lo que nunca ha sido, no es y no será nunca, "podía" llegar a serlo, y existía en potencia, se deduciría, sin ninguna duda, que los ángeles "podrían" transformarse en demonios, y los demonios en ángeles; que Cristo "podría" convertirse en el Diablo, y el Diablo en Cristo. Todos los "imposibles" podrían ser, todos existirían en potencia.
Tendríamos que ser bien tontos para afirmar tal cosa.

Y he aquí la razón: es exacto que un hombre tiene en efecto el "poder" de hacer lo que ha hecho, lo que hace, lo que hará en el futuro. Esto ha estado o está en potencia en él. Pero lo que no ha hecho, no hace y no hará nunca, no es "posible" que lo haga: de ninguna manera esto está -o ha estado- potencialmente en él. Ya que lo que no pasa nunca a acto, no podemos decir, en buena lógica, que está de alguna manera en potencia.

Si Dios sabe que alguna cosa va a ocurrir, antes de que sea, es imposible que no ocurra.
Igualmente, no podría saber que debe ocurrir, si fuera posible que no ocurriese nunca.
Para aquél que conoce absolutamente todo lo que va a ocurrir, es imposible que algo que va a ocurrir no ocurra.


Nuestros adversarios nos dicen que Dios ha creado a sus ángeles buenos y santos.
Pero: ¿Sabía o no sabía antes de que existiesen que llegarían a ser demonios?
Si no lo sabía, Dios no es perfecto, ya que no conoce todo el futuro.
El Dios de nuestros adversarios sabía, pues, sin ninguna duda, antes ya de que lo fuesen, que sus ángeles llegarían a ser demonios, porque ese Primer Hacedor es perfecto y conoce perfectamente lo que va a ocurrir; todas las cosas están presentes para el Primer Hacedor.
Luego una necesidad de ser y una imposibilidad de no ser han determinado a los ángeles antes de su creación.
A partir de entonces, ha sido siempre imposible, absolutamente, que no llegaran a ser demonios, para la sabiduría de Dios, en quien todo lo que fue, es y será, queda eternamente presente.
¿Con qué argumentos, y con qué atrevimiento, los ignorantes pueden sostener que los ángeles habrían podido permanecer buenos y santos eternamente, cuando esto había sido imposible en Dios que conoce todas las cosas antes de que sean hechas?
Si todo está creado por el Primer Hacedor, las cosas que existen son las que han recibido de Él el ser y la potencia del ser, y al contrario, las cosas que no existen son las que no han recibido el ser y no pueden de ninguna manera acceder al ser.
Esto destruye la teoría de aquéllos que sostuvieron que los ángeles habían tenido a la vez el poder de pecar y el de no pecar.

La teoría mencionada no concuerda con las ideas de los que creen que únicamente hay un Principio.


Es verdaderamente una cosa incomprensible que se atrevan a enseñar que Cristo vendrá a juzgar a los hombres sobre lo que hayan hecho por libre albedrío, cuando es claro que no existe absolutamente en ellos el libre albedrío.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 5. Contradicciones




Hay quien nos objetará: "¿Por qué no admitimos la existencia de un solo Dios, creador y autor de todas las cosas, tanto las visibles como las invisibles?"

Únicamente un dios maligno ha podido crear el mundo visible.

Los hay que creen que sólo existe un creador, pero afirman que existe también otro señor: un señor malvado, príncipe de este mundo, el cual, dicen ellos, fue anteriormente una criatura del Dios bueno; pero seguidamente se corrompió y corrompió los elementos producidos por el Verdadero Dios.

Sin embargo, una buena criatura nunca habría corrompido los santos elementos del verdadero Dios.


Esta corrupción de los elementos producida por el Diablo, ¿tiene lugar por voluntad del Padre Santo, o en contra de su voluntad?

Si me contestan: "La corrupción de los santos elementos tuvo lugar por voluntad del Señor, ya que el Diablo no habría podido corromper los santos elementos contra la voluntad de Dios".

Ello implicaría que Dios tuvo una voluntad maligna, al haber querido que la corrupción afectase a sus santos elementos.

Si, en cambio, me dicen: "La corrupción se ha efectuado en los santos elementos contra la voluntad de Dios".

Entonces deben admitir que existe otro Principio, el del Mal, capaz de corromper los elementos del Creador Santo, aun en contra de su voluntad.
Pues la corrupción no habría podido producirse si no hubiera habido más que un Principio.
Si el Diablo hubiera sido creado por el Señor verdadero Dios, no habría podido violar la naturaleza de los santos elementos contra la voluntad de su Creador.


En conclusión: es cierto que existen dos Principios, uno bueno y otro malo; y este último es la causa de la corrupción de los santos elementos y también de todo mal.

Quizás, sin embargo, dirán de nuevo: "La corrupción de los santos elementos no tuvo lugar ni por la voluntad del Señor ni contra su voluntad, sino con su permiso, y porque Él la toleró".

Entonces, este Dios que habría dado una autorización maligna sería Él mismo la causa del mal, según lo que dijo el Apóstol: "Merecen la muerte no solamente aquéllos que hacen estas cosas, sino también aquéllos que aprueban a los que las hacen" (Ro. I, 32).


Es imposible pensar de esta manera refiriéndonos al verdadero Dios. Por lo tanto es preciso admitir que existe un Principio del Mal, que hace que el verdadero Dios deba tolerar y sufrir la corrupción que tiene lugar en sus elementos, absolutamente contra su voluntad.

El Dios verdadero nunca habría, por sí mismo, causado esta corrupción.

 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 4. Resúmenes. IX. Del Principio Malo




Este Señor y creador malo que ha ordenado cometer homicidio en el mundo temporal; este creador que, en el mundo temporal, según las Escrituras, ha hecho masacrar sin piedad a tantos hombres y mujeres, no es el verdadero Creador.
Es sobre todo respecto a esto cuando la cosa parece del todo increíble:
¿Cómo habría podido el verdadero Creador condenar sin misericordia a una muerte cruel a tantos niños?


Jesucristo ciertamente no ha enseñado a aquéllos que siguen su ley a exterminar a sus enemigos en este mundo temporal; bien el contrario, les ha mandado no hacer más que el bien, como dijo Él mismo en el Evangelio de San Mateo: "Habéis aprendido que ha sido dicho: Amaréis al prójimo y odiaréis a vuestro enemigo. Y yo os digo: Amad a vuestros enemigos" (Mt, V, 43-44). No dijo tampoco en este mundo visible: Perseguiréis a vuestros enemigos como lo ha hecho vuestro padre, desde siempre, sino al contrario: "Amad a vuestros enemigos y haced el bien a aquéllos que os odian, y rogad por aquéllos que os persiguen y calumnian; a fin de ser hijos de vuestro Padre que está en los cielos" (Mt., V, 44-45).

Luego el Padre de Jesucristo no puede, en este mundo, exterminar, ante los ojos de todos, a tantos hombre y mujeres, siendo como es "el Padre de las misericordias y el Dios de toda consolación", como resalta el apóstol (2 Co., I, 3 ).


Hay pues, sin ninguna duda, un creador malo que es la causa y principio de todo mal.
Existe un dios maligno - señor y creador - que es la fuente y la causa de todos los males.


De no ser así, habría que concluir que es el verdadero Dios - Aquél que es la luz, que es el bueno y santo; que es la fuente y el origen de toda dulzura, de toda suavidad y de toda justicia - el que sería la causa y el principio de toda iniquidad y de toda malicia, de toda amargura y de toda injusticia.
Lo cual ningún sabio sostendrá.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 4. Resúmenes. VIII. Del Principio Malo




Existe otro dios o señor que es creador y "factor", aparte de Aquél al cual encomiendan sus almas aquéllos que hacen el bien.


Nuestros adversarios declaran que nuestro Señor es el Creador o Autor que ha hecho las cosas visibles de este mundo, a saber: el cielo, la tierra y el mar, los hombres y las bestias, los pájaros y todos los reptiles, como se lee en el Génesis.
Nuestros adversarios creen que las Escrituras hablan de la creación de este mundo y de las obras que han sido hechas en el tiempo, material y visiblemente, como obra del Dios bueno.
Y están obligados a creerlo aquellos que piensan que sólo hay un Principio.


Nadie en este mundo puede mostrarnos al Dios malo de una manera visible (como tampoco, por cierto, al Dios bueno), pero es por el efecto por lo que se conoce la causa. Por ello no se puede demostrar la existencia de un dios o creador malo sino por sus obras malas.


Y así digo que no es nuestro Señor quien ha hecho y organizado las cosas visibles de este mundo. Todas las cosas abominables de este mundo han sido hechas por el Dios malo en este mundo temporal.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 4. Resúmenes. VII. Del Principio Malo



Si no hubiera dos Poderes, parecería que el Poder divino combate contra Sí mismo, se destruye a Sí mismo, está siempre en lucha contra Sí mismo.


El apóstol dice a los Efesios: "Hermanos míos, fortificaos en el Señor. Revestíos de todas las armas de Dios para poder defenderos de los artificios del diablo. Puesto que hemos de combatir, no contra los hombres de carne y sangre, sino contra los principados y las potestades, contra los príncipes de este mundo, es decir contra este siglo tenebroso, contra los espíritus de malicia esparcidos en el aire. Tomad por ello todas las armas de Dios, a fin de que podáis resistir en el mal día y permanecer templados... Cubríos por entero con el escudo de la fe, con el que podréis apagar todos los dardos de fuego del espíritu maligno" (Ef., VI, 10-13).


¡Así, las virtudes y los poderes del Señor verdadero Dios se combatirían entre ellos, cada día, por su propia voluntad!


Es absurdo pensar esto del verdadero Dios. Se deduce entonces, y sin lugar a dudas, que existe otra Potencia o Poder que el Señor Dios se esfuerza en combatir cada día.

 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 4. Resúmenes. VI. De una eternidad mala




Existe una eternidad distinta de aquélla que corresponde al verdadero Señor Dios.


Habla Job de un lugar "donde mora la sombra de la muerte, donde todo es sin orden y en un eterno horror…" (Job, X, 22).


Si cuando se dice que son eternas se da a entender con ello que las esencias no han tenido ni comienzo ni fin (como se admitiría en el Dios bueno), hay que entender también que las angustias y el horror, el fuego y los suplicios, las cadenas y el mismo Diablo, no han tenido comienzo ni tendrán fin.
Pues tanto si estas cosas son los nombres con los que se designa al supremo Principio del Mal como si son solamente sus efectos, atestiguan de todas maneras la existencia de una causa del mal, antigua, eterna. Necesariamente la causa ha de ser así.


Existe pues un Mal Principio de donde esta eternidad fluye directamente.