domingo, 15 de marzo de 2015

El contacto



Habría que recuperar el contacto con Dios.
Lo hubo. Basta con contemplar el arte de siglos pasados para saber que lo hubo. Durante siglos buena parte de las creaciones artísticas iban encaminadas a propiciar ese contacto. Eran canales de comunicación.
Los grandes templos de las distintas religiones se construyeron para eso. No importa la religión que se profese, el efecto de los grandes templos antiguos es el mismo: Son canales a través de los cuales el ser humano puede acercarse a Dios. Como antenas que recogen la energía de la divinidad y la trasladan al hombre.
Para ello, el ser humano ha de entrar en el templo con los sentidos abiertos, receptivos. El mensaje llegará. Un mensaje irreproducible, pero que a través de esos poderosos conductos llega hasta el espíritu del hombre y lo aproxima a Dios con más intensidad que cualquier sermón sacerdotal.
Pero de pronto los artistas dejaron de construir edificios-antena. Los constructores actuales parecen haber perdido importantes claves, quizás porque las sociedades en las que viven también han perdido los códigos para interpretar esas claves.

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