sábado, 1 de noviembre de 2014

Oberón y Amfortas





El antiguo poema francés Huon de Bordeaux cuenta la historia del rey Huon y su esposa Esclarmonde.

Huon y Esclarmonde se embarcan en un navío que les ha de conducir al castillo de Monmur, el castillo encantado de Oberón.
Tras meses de odisea por el pays des commans y la terre de foy, llegan al bocaige Auberon, el bosque encantado de Oberón.
Allí encuentran el “castillo de los monjes extraños”, donde en un salón suntuoso les espera una mesa lujosamente dispuesta, pero sin nadie para servirles.
A la mañana siguiente, Huon y Esclarmonde se dirigen a la iglesia para oír misa, pero en ella no hay altar ni crucifijo. De repente, como por arte de magia, surgen del suelo cien monjes. Huon consigue atrapar a uno de ellos, y le obliga a contarle qué es lo que ocurre en el castillo.
El fraile le aconseja que, sin pérdida de tiempo, prosiga su camino, pues todos los monjes que allí hay son espíritus: Dios los arrojó a este lugar, donde aguardan ser redimidos el Día del Juicio Final.
«La esperanza es el hábito de esta hermandad».
El fraile transporta a Huon y a Esclarmonde en una túnica mágica a Monmur.

Según otra variante de la canción de Huon, es el pescador Mallabron, transformado en delfín, quien los lleva, más allá del agua, al castillo de Oberón.


Oberón, rey de las hadas y los elfos, esperaba la muerte en Monmur, pero no podía morir antes de que Huon heredara su corona.
Recibe con alegría a Huon y a Esclarmonde.
A continuación se celebra un festín, en el que, de una copa maravillosa, se escancia vino a todos los convidados.
Después del banquete, Oberón hace que le traigan su corona y su jabalina, los símbolos de su soberanía sobre el imperio de las hadas. Huon y Esclarmonde son coronados.
A la mañana siguiente, Huon prueba sus nuevos poderes y reúne con su magia a todas las hadas y barones del reino.


Ante toda la faerie reunida en asamblea, Oberón declara:
«No soporto permanecer por más tiempo en la tierra,
cuanto antes quiero ir al paraíso...»

Oberón se despide del mundo de las hadas y muere.
Su cuerpo, embalsamado, es introducido en un féretro, que se mantiene en el aire. Por debajo de él danzan en corro los elfos.
Finalmente, los restos mortales de Oberón son sepultados en una cueva.


Entre la “canción de Esclarmonde” del ciclo Huon y los poemas del Grial, sobre todo en la versión de Wolfram, existen múltiples analogías:
El bocaige Auberon se asemeja al tupido y sombrío bosque de Briziljan, por el que cabalga Parzival.
No resulta fácil llegar ni a Monmur ni a Munsalväsche.
Tanto en Monmur como en Munsalväsche impera la ley de la castidad.
Los monjes extraños que esperan la liberación recuerdan a los ángeles del Parzival.
El pescador Mallabron al borde de la vasta extensión de agua tras la que se encuentra el reino de las hadas de Oberón es análogo al Rey pescador a la orilla del lago Brumbane.
Tanto Oberón como Amfortas sufren. Ambos esperan que la aparición de su sucesor posibilite su salvación.
El reino encantado de Esclarmonde es un mundo intermedio entre la vida más allá del bosque protector y el Paraíso; es la Tierra de Salväsche, de Wolfram.
La jabalina se corresponde con la lanza.
La copa mágica juega el papel del Grial que distribuye la comida salvadora.

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