viernes, 5 de octubre de 2012

Textos cátaros. Rituales. 3. El compromiso




Cristo no ha venido para lavar las manchas de la carne, sino para purificar de su suciedad a las almas creadas por Dios, que han sido mancilladas por el contacto con los espíritus malignos.


Como dijo el Señor por boca del profeta Baruc en Israel:
"Escucha, Israel, los mandamientos de la vida; pon el oído para aprender lo que es la prudencia. ¿De dónde viene, oh, Israel, que estéis presentes en el país de vuestros enemigos, que languidezcáis en una tierra extranjera, que os manchéis con los muertos y que seáis mirados como los que descienden a la tierra? Es porque habéis dejado la fuente de la sabiduría. Porque si hubierais caminado por la vía de Dios, habríais vivido en la eterna paz" (Bar., III, 9).
David dijo igualmente:
"Oh Dios, las naciones han entrado en vuestra hacienda y han manchado vuestro santo templo" (Sal., LXXVIII, 1).
El pueblo de Dios ha sido pues profanado por la sociedad de los espíritus malignos.


Dijo Pedro: "No es la purificación de las manchas del cuerpo lo que nos salva, sino el compromiso de conservar nuestra conciencia para Dios" (1, Pe., III, 21).
Lo que equivale a decir: No es la acción de la Iglesia lo que nos salva, sino el compromiso de conservar nuestra conciencia pura, compromiso que se hace delante de Dios con los ministros de Dios como intermediarios.


El Apóstol dijo en la segunda epístola a Timoteo: "Quienquiera que esté comprometido en el servicio de Dios, debe evitar el embarazo de los asuntos de la vida, con el fin de atender a Aquél que le enroló" (2, Ti, II, 4).
Leemos también en el evangelio de Lucas: "Quien habiendo puesto la mano en el arado mire atrás, no es digno del Reino de Dios" (Lu., IX, 62).
Jesús, hijo de Syrach, nos dice: "Si aquél que se lava después de haber tocado a un muerto, lo toca de nuevo, ¿de qué le sirve haberse lavado? Igualmente si un hombre ayuna después de haber cometido pecados y los comete de nuevo, ¿qué gana con haberse afligido y humillado? y ¿quién acogerá su plegaria?" (Ec., XXXIV, 30-31).
Y Pedro en su segunda epístola: "Si después de haberse retirado de las corrupciones del mundo por el conocimiento de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, se dejan vencer y se comprometen de nuevo con el mundo, su último estado es peor que el primero. Pues más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia, que volverse atrás después de haberlo conocido. Pero les ocurrió lo que dice un proverbio verdadero: el perro vuelve a lo que ha vomitado, y el cerdo, después de haber sido lavado, va al fango para revolcarse de nuevo en él" (2 Pe., II, 20-22).

Es por esto por lo que debéis comprender que, si acabáis de recibir el mensaje de Dios, será importante que lo conservéis toda vuestra vida con pureza de corazón y espíritu.

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