lunes, 21 de octubre de 2013

El Arte




Durante mucho tiempo, el Arte fue el modo en que el hombre trascendió la materia.

A través del Arte, la materia dejaba de serlo. El hombre encontró el modo de servirse de la materia para aproximarse al Espíritu. La materia, en manos del artista, se transmutaba en mensaje de lo invisible.

Durante mucho tiempo, el Arte fue un camino ascendente, de lo material a lo espiritual, de lo denso a lo sutil, de lo oscuro a lo luminoso.


Está dejando de serlo. El hombre, que tanto se afanó por construir esa vía de comunicación con lo inefable, ahora parece empeñado en cegarla.

Las creaciones plásticas, son, cada vez más, pura materia carente de espíritu. Manipulación de la materia que sólo apela a la materia. Objetos carentes de trascendencia.


Durante mucho tiempo, el principal valor del Arte, más allá del virtuosismo del artífice, radicaba en su capacidad de transmitir el espíritu. Su capacidad de trascender. El ser humano había encontrado en la expresión artística el mejor vehículo para superar el lastre de lo material, para alcanzar esferas superiores, para expresar lo inexpresable, profundizar en lo insondable, comprender lo inexplicable. Para acercarse a la divinidad.

El antiguo Arte sigue posibilitando esa comunicación. Afortunadamente conservamos las obras de tiempos pretéritos, cuando el ser humano consideraba importante la comunicación con Dios.


¿Qué nos está pasando? Las expresiones plásticas actuales son banales, insustanciales, feas. Se les sigue llamando Arte, porque se ha deformado el concepto de Arte. El Arte durante mucho tiempo hizo referencia a la Belleza y, a través de ésta, a un mundo superior y mejor. Ahora, en cambio, buena parte de eso a lo que se sigue llamando Arte, se regodea en la Fealdad, remite a lo peor del ser humano. Esas nuevas creaciones ya no sirven como medio de comunicación con el Otro Lado. Pueden ser, en ocasiones, objetos decorativos; en otros casos, manifestaciones supuestamente subversivas, pero que ya no subvierten nada. Son meros trozos de materia inane.


Quizás el ser humano encuentre nuevas vías que sustituyan a las antiguas. No hay por qué creer que sólo los caminos antiguos son válidos. Es sólo que hoy esas nuevas vías está aún por abrir, y las antiguas están siendo obstruidas por esos trozos de materia intrascendente que los farsantes hacen pasar por Arte.


Mientras aguardamos el posible descubrimiento de nuevos lenguajes, habría que cuidar los antiguos. En cambio, se está perdiendo la capacidad de comprensión de los viejos códigos, cuando aún no tenemos con qué sustituirlos. Así, el ser humano se está quedando sin capacidad para entrar en contacto con Dios.

Parece que no le importa. No se habla de Dios, no se habla a Dios. Pero, si no importa el Espíritu, ¿qué puede importar? Sin trascendencia, todo es fútil y carente de significado. Sin trascendencia, todo es mera materia perecedera.


La destrucción del Arte tiene así mayores consecuencias de lo que se pudiera pensar. La destrucción del Arte es la destrucción de uno de los canales de comunicación con el Espíritu, de uno de los medios a través de los cuales, durante siglos, el ser humano se ha elevado por encima de la miseria cotidiana y ha obtenido atisbos de una realidad superior. El Arte era una vía de conocimiento. El Arte actual ya no lo es. El Arte antiguo está dejando de entenderse. Sus claves ya no se enseñan…

La destrucción del Arte que está llevando a cabo el mundo contemporáneo nos está dejando más pobres, más ignorantes, más desvalidos. Nos está alejando de Dios.

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