viernes, 23 de agosto de 2013

Matrimonio místico




Para los cátaros el matrimonio era un simple acto de vida social, que nada tenía de sagrado.

Al final del combate entre el arcángel San Miguel y las legiones del Mal, el dragón hizo caer a este mundo, con un golpe de su cola, a un tercio de las Estrellas del Cielo.

Esas estrellas eran las almas divinas de las criaturas celestiales.

Criaturas que, presas en la Tierra, aspiran a recuperar, en el Reino, la integridad de su ser divino.

El Espíritu Santo representaba, para los cátaros, tanto el ser actuante del Padre como la suma de los Espíritus que habían permanecido en el Reino con los cuerpos de Luz a los que el Mal ha arrebatado sus Almas.

En el consolament, sacramento cátaro, el Espíritu Santo que descendía sobre el alma encarnada era, también, su propio espíritu santo que se unía de nuevo a ella, en un matrimonio místico que reconstruía la criatura celestial.

Si esa unión ya no era vuelta a deshacer por el pecado, a la muerte de la prisión carnal la pareja alma-espíritu emprendía el vuelo en busca de su túnica de luz junto al Padre.

Ése era el único “matrimonio” que el catarismo consideraba indisoluble y sacro.

 

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