domingo, 7 de abril de 2013

Aventuras iniciáticas



En Wolfram se dice: «El que quiera conquistar el Grial sólo puede abrirse camino hacia ese objeto precioso con las armas en la mano».

Las aventuras del Grial son, pues, aventuras de carácter guerrero, que tienen un carácter simbólico: expresan actos espirituales, no acciones materiales.

Ese “abrirse el camino al Grial con las armas en la mano”, a base de lucha y combate, hace referencia a un camino activo, en una trasposición de la “caballería terrenal” a la “caballería espiritual”. Se trata de matar al “dragón”.

Esas aventuras o pruebas van destinadas a confirmar la cualidad guerrera, haciendo aparecer al héroe como el mejor caballero del mundo.

Mas, para ello, además de fuerza, se requiere sabiduría y vocación.


Tanto en Wolfram como en Chrétien de Troyes se narra cómo se despierta en Parsifal el afán de aventura que le conducirá primero a ser caballero y después a buscar el Grial.
Pasa a obedecer «sus deseos más profundos».
Parsifal es despertado a la vocación de caballero del Grial por la voz de los pájaros, que simboliza la llamada de lo alto frente al vínculo con la naturaleza terrestre.
Es una suerte de llamada supraterrenal, la llamada de Dios o de los ángeles, que provoca el despertar interior y el encuentro con los guías sobrenaturales.
Esa llamada de lo alto es comparable a una misteriosa reminiscencia. Y así, se dice que «nadie conocerá el Grial si no lo ha visto ya en el Cielo».


A los iniciados del Grial les incumbe una misión que es la verdadera medida de su valía.
Buscar el Grial y, sin embargo, no preguntar “para qué sirve”, pone de manifiesto la falta de preparación del héroe.
El héroe admitido en el castillo del Grial está obligado a hacer la pregunta. Si permanece indiferente ante el problema, frente al representante herido, paralítico, castrado, degradado o privado de la realeza, su virtud se demuestra insuficiente.

En Wolfram, la mensajera del Grial, Cundrie, acusa a Parsifal (debido a que no ha “hecho la pregunta”) con estas palabras: «Las alabanzas desmedidas que de ti se hacen pierden su razón de ser. Tu fama se ha mostrado impura».
La aventura del “Chastel Marveil” aparece, a continuación, como una especie de reparación, como una prueba encaminada a despertar en Parsifal una conciencia de la que todavía carece.


Las aventuras del Grial son experiencias de carácter iniciático. Tempestades, bosques, aguas, monstruos...

Son etapas de un itinerario interior.
La destrucción del Yo físico y la incorporación a estados trascendentes del ser.

Primero, Parsifal, tras matar al Caballero Rojo, de algún modo se convierte en el Caballero Rojo: se viste con su armadura y se hace con su espada.

Después, Parsifal recibe una segunda espada, en el castillo del Grial.
De ella se había servido el rey del Grial antes de ser herido.
El héroe, con sus propias fuerzas y con su propio arrojo, llega hasta el castillo inaccesible del Grial, y allí le es entregada la segunda espada.
Espada de la que le dice Sigune: «Si conoces sus virtudes secretas, puedes afrontar sin miedo cualquier combate».

Obtenida la espada (o habiendo cumplido cualquiera de las empresas que, en las distintas formas del simbolismo, corresponden a la misma realización), Parsifal sentirá la necesidad de conocer la esencia del Grial, de descifrar su misterio, de “hacer la pregunta”.

Obtener la espada significa hallarse calificado (o “investido”) para ser admitido a ver el Grial, para adquirir el poder de la “Piedra de la Luz” o “Piedra fundamental”, y, por tanto, para sanar al rey y para restaurar el reino devastado.

El héroe se mueve a partir de ese momento por un único afán. Parsifal dice: «Esté cerca o lejos la hora en que me será dado ver de nuevo el Grial, hasta entonces no conoceré más gozo. Al Grial van todos mis pensamientos. Nada me apartará de él mientras yo viva».

La naturaleza del héroe ha cambiado: su debilidad se ha convertido en fuerza y su corporeidad en espiritualidad. Lo denso se ha transmutado en lo sutil.

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