El comienzo del
Evangelio de Juan admite distintas traducciones e interpretaciones, según donde
se sitúen las cesuras de los versículos.
La Vulgata de
San Jerónimo (traducción al latín efectuada en el siglo IV, y que fue
imponiéndose en Occidente), unía dos versículos y decía:
«...Y sin Él,
nada fue hecho de lo que estaba hecho.
En Él estaba la
vida».
En cambio, la
traducción en la Biblia languedociana latina mantenía la cesura, y decía:
«Todas las cosas
fueron hechas por Él, y sin Él nada (nichil) fue hecho.
Lo que en Él fue
hecho era la vida...»
Basándose en
esta versión, los cátaros pudieron traducir al occitano:
«...E senes El
es fait nient».
Es decir: «y sin
Él se hizo la nada».
La palabra
latina “nichil” es entendida por los cátaros no como “ninguna cosa”, sino como
“la Nada”: La entidad negativa que obra en la materia, y que ha sido creada sin
la intervención de Dios.
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