A comienzos del siglo
XIV, el Buen Hombre Jacques Authié explicaba al joven pastor Pierre Maury,
mientras ambos caminaban hacia Rieux en Val:
«Cuando los
espíritus cayeron del Cielo, comenzaron a cantar el Cantar de los Cantares de
Sión, como solían hacer cuando estaban con el Padre Celestial.
Al oírlo, Satán
les dijo: "¿Y os acordáis todavía del Cántico de Sión?".
Ellos
respondieron que sí.
Satán les dijo
entonces: "Os pondré en la tierra del olvido, donde olvidaréis lo que
decíais y teníais en Sión".
Y les hizo
entonces unas túnicas, es decir, cuerpos de la tierra del olvido».
Es en esta
tierra donde se “olvida Jerusalén”.
«El Buen
Principio creó a sus ángeles, y este mundo ha sido creado por el Mal Principio,
con todo lo que aquí se encuentra.
El Diablo, con
sus huestes, subió al Cielo y, tras un combate librado ahí arriba contra el
arcángel Miguel y los ángeles del Dios bueno, el Diablo atrapó a algunas criaturas
de Dios, y las virtió en cuerpos humanos, y así las transmite de un cuerpo a
otro, hasta que todas regresen al Cielo. Llaman a esas criaturas "almas",
"pueblo de Dios", "ovejas de Israel" y otros nombres».
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