La Tierra y todo
cuanto alberga ha sido creado por el dios de la muerte. Nada terreno tiene
valor.
El alma es de
naturaleza divina, y tiene que transmigrar hasta que, purificada de la materia,
pueda entrar en el otro mundo, el del espíritu.
El dios del
mundo del espíritu es el Dios de la Luz.
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