Existen dos Principios:
El Principio del Bien, del que proceden los espíritus humanos.
Y el Principio del Mal, creador del mundo material.
Ambos Principios mantienen una lucha cósmica en la cual el hombre se encuentra implicado.
El espíritu humano, que procede del Principio del Bien, ha sido apresado en estas cárceles de materia que son los cuerpos creados por el Principio del Mal.
La vida en este mundo ha de ser para el hombre un esfuerzo permanente por desasirse del lastre terrenal y recordar su origen divino.
Procedemos del Espíritu. Volveremos al Espíritu.
La materia es creación del Maligno.
Estos son los presupuestos básicos del catarismo.
Sentados los cuales, resulta disparatado cualquier intento de relacionar la doctrina cátara con las recientes interpretaciones del Grial como “linaje de Jesús”.
Siendo la materia creación del Maligno, Jesucristo no pudo ser un hombre de carne y hueso.
Jesús, enviado de Dios para establecer comunicación con el hombre, adoptó apariencia humana para que esa relación fuese directa y fácilmente comprensible. Pero Jesús fue Espíritu y regresó al Espíritu, y resulta absolutamente inaceptable para la doctrina cátara que dejara en este mundo una descendencia material.
Nunca los cátaros custodiaron ni reverenciaron nada que tuviera relación con la materia. La sangre de Cristo no es objeto de veneración para el catarismo, ni en sí misma ni como “linaje”. La procreación, para el catarismo, pertenece al ámbito de la materia y de ningún modo resulta admisible que Jesucristo tuviera descendencia.
Todas las fantasías recientes sobre supuestos descendientes de Jesús y María Magdalena son por completo ajenas a la realidad cátara. Los supuestos “tesoros ocultos” de los cátaros, si los hubo, nunca serían otra cosa que medios de subsistencia, puesto que a nada material atribuyeron especial valor.
El “tesoro” de los cátaros pertenece al mundo del espíritu, y por tanto no está escondido en ninguna parte salvo en el corazón de todos y cada uno de nosotros. Ni se trata de ninguna misteriosa clave oculta para reconocer un “linaje sagrado”.
A ese “linaje” pertenecemos todos en tanto que procedemos del Espíritu.
Ése es el único mensaje cátaro: Somos Espíritu. Procedemos del Espíritu. Regresaremos al Espíritu.
Y ése es el único sentido posible del Grial en relación con el catarismo: El Grial no es sino una idea-fuerza, un símbolo, una metáfora.
El Grial supera así tanto su concepción estricta como copa de la última cena cuanto su reformulación fantasiosa como linaje de Jesús. El Grial es un intangible. Es una aspiración, un motor, un ideal. Todo hombre puro es su custodio. El Grial es la única lucha que vale la pena, es la mayor de las ambiciones, es el alimento que no sacia, es la respuesta a todas las preguntas.
La historia del Grial es la historia de todo ser humano que toma conciencia, que interroga, que busca, que emprende el camino. El camino de regreso al origen. El Grial es el impulso que nos pone en camino, es la llamada que oímos en la lejanía, es la sed y el agua, es la luz en las tinieblas.
Reducirlo a disparatadas teorías sobre hijos de María Magdalena es no haber entendido nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario