Convertido el mundo del espíritu en una especie de
monopolio de las viejas y anquilosadas religiones, parece que lo espiritual ha
quedado “desprestigiado”.
Desprestigiado hasta el punto de que nuevas “religiones”
optan por sustituir lo espiritual por “lo natural”.
El regreso a la Naturaleza, la exaltación de la
Naturaleza... Lo “natural” se identifica con lo bueno, cuando en realidad la
naturaleza es el ámbito del dolor, la crueldad y la muerte.
Nuestra aspiración en modo alguno debería ser el
retorno a la naturaleza, sino el regreso al Espíritu, el abandono definitivo de
la Tierra y la vuelta a nuestro origen inmaterial.
Desprestigiadas las grandes religiones, hay quien
opta por abrazarse a los árboles o por convertir determinada dieta alimenticia
en una nueva filosofía de vida.
Pero los alimentos físicos sólo alimentan la carne,
y los árboles no son sino parte de la creación material imperfecta y
corruptible, con sus leyes cruentas e inmisericordes.
Está también de moda la identificación de Dios con
la naturaleza: Dios “es” la Naturaleza.
Se olvida que la naturaleza no es ese mundo idílico
que con frecuencia se dibuja, que las leyes por las que se rige no son las de
la bondad sino las de la fuerza ciega.
La mayoría de los que de ese modo exaltan la
naturaleza y propugnan su culto, en realidad tienen poco contacto con ella. El
hombre de campo sabe que la naturaleza es dura e implacable.
Las tribus primitivas, que se rigen por leyes próximas
a las de la naturaleza, a menudo tienen normas de comportamiento que en
cualquier sociedad civilizada serían completamente inadmisibles.
Vivir más próximos o más alejados de la naturaleza
no nos hace mejores ni peores. Es algo indiferente. Comer unos u otros
alimentos en nada afecta a nuestro espíritu. Comamos lo que comamos, es sólo
eso: comida: combustible con el que mantener en funcionamiento el cuerpo.
Comer carne, pescado, huevos, queso o tan sólo
verduras y frutas es una opción que afecta exclusivamente a lo físico. Es sólo
materia alimentando a la materia.
Con tanta atención a todo lo relativo a la
naturaleza, lo que hacemos es desatender lo espiritual. Lo que hacemos, en
realidad, es servir al dios de la materia, al creador de este mundo perecedero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario