miércoles, 7 de enero de 2015

La endura




La endura (“ayuno”) es dejarse morir, es una suerte de suicidio entendido como liberación de la vida terrena, como vía de regreso a la divinidad.

Tras la recepción del consolamentum, los cátaros consideraban que su recorrido por este mundo había concluido. Después de haber recibido el consolamentum, el ser humano ha muerto para el mundo, por lo que muy bien puede dejar morir su cárcel material y escapar así de este infierno.

El suicidio entonces no es consecuencia del sufrimiento o la desesperación, sino el resultado de un absoluto desasimiento de la materia y de una visión mística de Dios. No es un acto de amargura sino de alegría y de paz. Se realiza cuando el alma en realidad ya se ha despojado de los vínculos terrenales. Es un acto de abandono del mundo por pura espiritualización, por pura divinización, tras un largo proceso de esfuerzo, desapego y “desmaterialización”. Tras la renuncia a todo lo material, se puede pasar a la otra vida, la verdadera, la del conocimiento, la de las bellezas intuidas del Más Allá.

La auténtica vida es la de después de la muerte, y por tanto la endura se lleva a cabo por puro deseo de vivir de verdad, vivir en el Más Allá, abandonar el cuerpo para ser ya sólo espíritu eterno.

Los cátaros llevaban una vida dura, pero no les importaba, porque ya no se consideraban de este mundo. En el Más Allá les aguardaba todo cuanto anhelaban.

La endura era el retorno al cielo que Jesucristo había vuelto a abrir. Era la separación definitiva de cuerpo y alma y la incorporación de ésta al Reino del Espíritu.

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