En el ser humano
coexisten el principio bueno y el principio malo, en permanente pugna.
Cuando el hombre
busca el camino de la espiritualización, quebranta el poder del príncipe de
este mundo.
Habrá un Último
Día en el que se consumará la victoria de Dios sobre Satán, del espíritu
sobre la materia. Todas las almas de los humanos se reconvertirán en ángeles.
La situación quedará restablecida tal como se hallaba antes del apresamiento
de los espíritus en los cuerpos. La bienaventuranza será eterna. Como todas
las almas habrán reencontrado a Dios, no existirá condenación eterna.
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