El tema del
Grial no remite a cuestiones localizadas geográfica o históricamente, sino a un saber único y constante.
Habla de la
existencia de un origen, de una espiritualidad trascendente, de una divinidad.
Una fuerza por encima de la naturaleza. Una presencia de lo alto. Una luz
sobrenatural. Un recuerdo de otra vida, convertido en mito.
Habla de una sede
dorada y oculta, el contacto con la cual en algún momento quedó interrumpido y
hay que recuperar. Un reino misterioso y unos seres primordiales que guían a
los hombres.
Ofrece unos
símbolos que representan lo inaccesible, lo inviolable: la piedra
inquebrantable, la isla en medio de las aguas, el castillo entre nubes, la
cumbre salvaje, el país invisible, la tierra del sol.
Habla del poder,
de la inmortalidad, del alimento perenne, del conocimiento trascendental. De
una bebida que proporciona un vigor invencible. De la llave de la verdadera
vida. Habla de la sabiduría. Habla del alma.
Habla del
espíritu del guerrero buscador del fuego, de la lucha titánica, del héroe
restaurador.
Habla del camino
peligroso. De la superación de la materia. De la transformación, de la
reintegración del estado primigenio. Habla de un renacimiento. Una nueva vida
que libera y transforma al ser. La victoria final.
Habla del reencuentro
del hombre con Dios.
En esa épica
caballeresca, en esa serie de empresas, de aventuras, de gestas, de combates,
se simbolizan las pruebas y la confirmación de la cualidad del héroe, el
proceso a través del cual éste alcanza la dignidad regia.
Una experiencia
a un tiempo combativa y mística.
Todo ello
transmitido a través de imágenes fantásticas y poéticas.
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