El viaje de
Dante al otro mundo representa un proceso de purificación e iniciación similar
a la búsqueda del Grial.
Dante,
extraviado en la selva oscura y salvaje, fuerza «el paso que nunca dejó
persona viva». Un león y una loba le impiden la ascensión directa al monte.
Su ascensión al
«delicioso monte» y su «esperanza de altura» son las mismas que las de los
caballeros que buscan el Grial, y que afrontan peligros mortales en la tierra
salvaje para finalmente poder ascender al monte salvado. Al Montsalvatsche,
donde se encuentra el «Castillo del Gozo».
La Beatriz de
Dante es la «mujer sobrenatural», que ayuda a Dante desde lo alto.
Como también los
caballeros han de ser «elegidos» para poder superar las aventuras y combates
simbólicos que expresan el mismo proceso de inicición que en Dante, la
purificación que les permitirá alcanzar el Grial.
En ese
itinerario del espíritu, la vía heroica de los buscadores del Grial es
sustituida en Dante por la vía mística.
Tiene lugar la
regeneración de Dante mediante el agua del recuerdo, y este cambio le abre el
camino al Cielo:
«Regresé de la
santísima onda / tan rehecho como plantas nuevas / renovadas con nuevas ramas,
/ puro y dispuesto a subir a las estrellas».
Algo similar
ocurre en algunas versiones tardías de la saga del Grial, que concluyen con la
retirada del protagonista a una vida ascética.
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