El Grial se
encuentra en un lugar que no está en los mapas.
En la ciudadela
solar, a la vez cercana y remota. En el Palacio del Espíritu.
En el fin del
mundo, en la cumbre de la más alta montaña.
En el
Montsalvatsche.
Un castillo
construido sobre roca, envuelto por las nubes, rodeado por las aguas.
En él se hallan
los más grandes tesoros, y una fuente de la que mana Agua de Vida.
La búsqueda de
ese lugar misterioso va ligada a pruebas y experiencias iniciáticas de
carácter heroico.
Para alcanzar ese
castillo hay que pasar primero por una tierra peligrosa e incierta, dominada
por la malicia del demonio.
El camino que
conduce a él puede encontrarse sólo con el propio esfuerzo.
Rogad y
preguntad por ese camino.
En algún
momento, aparecerá un guía que conducirá al caballero.
Un guía que se
encuentra en vosotros, aunque aún no lo conozcáis.
Seguid al guía,
que no es un ser terreno.
Él os conducirá
a la meta durante la noche.
Necesitaréis el
valor del héroe.
Os asaltarán
tigres y dragones.
Soplará un
viento que hará temblar el mundo.
Un terremoto
resquebrajará la tierra
y un gran fuego
consumirá la materia.
Pero con el alba
desaparecerán las nubes, el castillo se hará visible y el elegido será hecho
copartícipe del señorío celestial.
Con el alba
volverá la calma y veréis el tesoro.
Un tesoro de
poder transformador. Un tesoro que despierta el interior del hombre y le
devuelve la salud.
Nadie sabrá que
lo poseéis, pero vosotros sabréis que lo habéis encontrado.
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