Nuestro Señor Dios no es el creador y autor de los
elementos de este mundo impotentes y vacíos de los que se habla en la epístola
a los Gálatas: "¿Cómo os volvéis hacia los elementos impotentes y vacíos
bajo los cuales queréis estar en esclavitud?" (Gál., IV, 9).
El apóstol dice, además, a los Colosenses:
"Si, muriendo con Jesucristo, estáis muertos a estos groseros elementos
dados al mundo, ¿cómo os dejáis imponer leyes, como si vivierais en este primer
estadio del mundo?..." (Col., II, 20-22).
Y aún menos podemos admitir que nuestro Señor sea
el creador y autor de la muerte, y de cosas que son por esencia en la muerte, porque,
como está escrito en el Libro de la Sabiduría: "Dios no ha hecho de ningún
modo la muerte" (Sab., I, 13).
Luego entonces, y sin lugar a dudas, existe otro
creador o "factor", que es principio y causa de la muerte, de la
perdición y de todo mal.
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