Donde se prueba que no existe el libre arbitrio.
No se comprende verdaderamente cómo ángeles creados
buenos hayan podido odiar la bondad semejante a ellos y que existía desde la
eternidad, así como a la causa de esta bondad, para empezar a querer el Mal, que
aún no existía, y que es todo lo contrario del Bien.
Y todo eso sin ninguna causa, ya que, según
nuestros contrincantes, no había causa del mal.
La opinión de nuestros detractores es inadmisible.
Parece evidente que los ángeles habrían tenido que
escoger el Bien semejante a ellos y existente desde la eternidad, antes que
rechazar el Bien para escoger el mal que no tenía por entonces ninguna
existencia y cuya causa misma no existía -según la fe de nuestros adversarios-
aún cuando sea muy difícil admitir que cosa alguna pueda comenzar sin causa:
¿No está escrito: "Lo que ha tomando comienzo
es imposible que no tenga ninguna causa?" y también: "Todo aquello
que pasa de la potencia al acto tiene necesidad de una causa para pasar a dicho
acto"?
En la hipótesis de nuestros adversarios, lo que
posee existencia, y la causa de esta existencia, a saber, el Bien, habría
tenido menos acción sobre los ángeles que lo que no poseía la existencia, y su
causa, a saber, el Mal, que no existía tampoco, y eso en oposición a lo que
dicen los filósofos:
"Es preciso que una cosa exista antes para
que pueda actuar."
De ello se infiere la existencia de otro
Principio, el Principio del Mal, que es la causa y origen de la corrupción de
los ángeles, y de todos los males.
Los ángeles no han tenido libre albedrío
Si es cierto que sin el libre albedrío los ángeles
no hubieran podido pecar, está claro que Dios no se lo habría concedido, puesto
que Él sabía que con el libre albedrío Su Reino sería corrompido.
Y, si Dios se lo hubiera concedido, habría que
imputar, necesariamente, a este Dios, "que está por encima de toda
alabanza", la corrupción de sus ángeles.
¿Cómo se puede mantener que los ángeles hubieran
podido hacer siempre y únicamente el bien, si, en la providencia divina, que
conoce enteramente el futuro, ellos estaban abocados al mal?
Si aceptamos a ese Dios de nuestros detractores
que prevé el futuro, y en quien todas las causas según las cuales es imposible
que el futuro no sea futuro, son conocidas desde la eternidad por su sabiduría,
en fin, del que proceden necesariamente todas las cosas desde la eternidad,
resulta manifiestamente falso que los ángeles hubieran podido evitar el mal.
Si aceptamos a ese Dios que tiene conocimiento
absoluto del futuro, que conoce en su pensamiento todas las causas por las
cuales, desde la eternidad, es imposible que el futuro no sea el futuro, por su
sabiduría de donde procede necesariamente y eternamente todo lo que existe,
resulta falso que los ángeles hayan podido tener la libre facultad de poder, de
querer, de discernir y de hacer el bien todo el tiempo, puesto que este Dios
conocía y preveía infaliblemente el destino de todos sus ángeles, incluso antes
de que fueran creados.
Es imposible que los ángeles buenos hayan podido
odiar el Bien y desear el Mal sin razón suficiente; nada puede suceder sin
causa. Entonces es preciso que en Dios los ángeles llegasen a ser demonios,
porque en su Providencia eterna existían todas las causas capaces de conducirles
a su decadencia futura.
Sin ninguna duda, es imposible, en el pensamiento
divino, que pudieran permanecer buenos para siempre.
Sólo los hombre que ignoran el futuro y la
realidad de las cosas pueden decir entre ellos que los ángeles han tenido la
opción de hacer el Bien o el Mal.
Los ángeles no han tenido la libertad de hacer siempre
el Bien o siempre el Mal, sino que necesariamente tenían que degenerar.
Por tanto, si se siguiese la teoría del Principio
único, se habría de admitir que los ángeles han recibido de Dios las
disposiciones que debían llevarlos al Mal.
Y esto sería una conclusión muy loca e impía.
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