viernes, 13 de julio de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 1. Tratado del Libre Arbitrio (III)



Del origen del Mal o del Principio malo

Por esto es por lo que necesariamente tenemos que reconocer que existe otro Principio, el Principio del Mal, que obra malignamente contra el verdadero Dios, y que anima a la criatura contra su Dios.


En esta situación, el verdadero Dios sufre:
"Vuestras iniquidades se han hecho una pena insoportable" (Isaías, XLIII, 24).
"Estoy cansado de sufrirles" (Isaías, I, 14).
"Vosotros habéis hecho sufrir al Señor" (Malaquías II, 17).

De la acción que el Príncipe malo ejerce sobre Dios, el Señor mismo dice en el libro de Job, dirigiéndose a Satanás: "Tú me has llevado a levantarme contra él, para que yo me aflija, sin que él lo merezca" (Job., II, 3).

Y por boca de Ezequiel: "Ellas han destruido la verdad de mi palabra en el espíritu de mi pueblo por un puñado de cebada y por un trozo de pan, matando las almas que estaban vivas" (Eze., XIII, 18-19).

Y por boca de Isaías: "He llamado, y no habéis contestado; he hablado y no me habéis escuchado; habéis hecho el mal delante de mis ojos y habéis querido todo aquello que yo no quería" (Isa. LXV, 12).

Si no hubiera más que un Principio, santo y bueno, como lo es el Señor verdadero Dios, no se infligiría a sí mismo tristeza, aflicción y dolor, no soportaría el castigo de sus propias acciones; no sufriría, no se arrepentiría, no tendría necesidad de ser ayudado, no estaría esclavizado por los pecados de otro; no desearía nada y no tendría necesidad de querer apresurar lo que es demasiado lento en realizarse: Nada podría ser obstáculo a su voluntad; no podría ser conmovido ni contrariado por nadie. Nada existiría que pudiera afligirle. Sino que, si no existiera más que un solo Principio, santo y bueno, como, en su dominio, es nuestro verdadero Dios, todo le obedecería por una necesidad absoluta, sobre todo en tanto y cuanto que es por Él, en Él y para Él, como todas las cosas subsistirían, en todas sus disposiciones.


Es posible al hombre servir a Dios


Dios puede ser ayudado por sus criaturas.
Nos es posible servirle realizando los designios que Él mismo desea mantener a través nuestro.
Servimos a Dios cuando cumplimos su voluntad, y recibimos socorro de Él.

Dice Santiago en su epístola: "Toda gracia excelente y todo don perfecto viene de lo alto y desciende del Padre de las luces" (Snt., XI, 17).

Y David: "Si el Señor no construye una casa, es vano que trabajen aquellos que la construyen. Si el Señor no guarda una villa, es vano que la cuide aquel que la guarda" (Sal., CXXVI, 1-2).

En las parábolas de Salomón: "Es el Señor quien endereza los pasos del hombre; ¿Y qué hombre puede comprender la vía por la que camina?" (Pr., XX, 24).

En el evangelio de Lucas, Cristo dice: "Haced esfuerzos por entrar por la puerta estrecha" (Lu., XII, 24).

Y en el evangelio de Juan dice Cristo también: "Yo soy la Vía, la Verdad y la Vida: nadie va al Padre sino por mí" (Jn., XIV, 5).


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