Hombre mortal
mis padres me engendraron,
aire común y luz los cielos me dieron,
y mi primera voz
lágrimas fueron,
que así los
reyes en el mundo entraron.
La tierra y la
miseria me abrazaron,
paños, no piel o
pluma, me envolvieron,
por huésped de
la vida me escribieron,
y las horas y
pasos me contaron.
Así voy
prosiguiendo la jornada
a la
inmortalidad el alma asida:
que el cuerpo es
nada, y no pretende nada.
Un principio y
un fin tiene la vida;
porque de todos
es igual la entrada,
y conforme a la
entrada la salida.
Félix Lope de Vega y Carpio
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