Dicen: “La naturaleza es muy sabia”.
Y no es cierto. La naturaleza es una chapuza. Esta creación material es una chapuza que envejece, se deteriora, se corrompe...
¿Pudo un Dios bondadoso querer esto? La hermosura de la naturaleza es una falacia. Como en las películas de marcianos, bajo la apariencia engañosa está el ser monstruoso. ¿No habría sido capaz Dios de crear algo mejor que estos cuerpos enfermizos que lastran la vida del espíritu?
Nos pasamos la existencia terrenal prestando atención a estas vainas chapuceras. Cubriendo sus necesidades, prodigándoles cuidados, poniéndoles parches en una loca lucha contra reloj por evitar lo inevitable, por aplazar un poco la fecha de caducidad, aunque sea sólo para ganar algún tiempo de miseria añadida.
Dios está en otra parte.
Dios no diseñó todos estos productos defectuosos. Malformidades, enfermedades, vejez, mutilaciones... Dios no planeó todo este horror.
De algún modo que no comprendemos, hemos sido apresados en estas cárceles terrestres, en estos mecanismos defectuosos que un Daimon chapucero fabricó para enjaularnos en ellos.
Encerrados en este cuerpo corruptible, olvidamos. La niebla terrenal no nos permite ver la Luz perdida.
Por todas partes advertimos una constante lucha entre el Bien y el Mal. En la naturaleza, en la sociedad, en nuestro interior, en todas partes apreciamos una tensión constante. En el capullo que se abre está ya el germen de la putrefacción. En el seno del dulce verdor de los prados late el cruel micromundo de los insectos. En nuestras ciudades conviven maltrato y compasión.
Cada uno de nosotros participa a diario en esa lucha, a cada instante cada uno de nosotros toma partido por el Bien o el Mal, y esas cotidianas elecciones van determinando nuestro camino, nos van acercando a la Luz o, al contrario, contribuyen a enturbiar la memoria de la Patria perdida.
Benedicto XVI, en el transcurso de un viaje a Polonia, en mayo de 2006, visitó el Campo de Concentración de Auschwitz.
Y allí, frente al horror, frente al horror que sigue produciendo aquel lugar, dijo:
«En un lugar como éste uno se queda sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?
¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la pregunta: ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar esta destrucción, este triunfo del mal?
Nos vienen a la mente las palabras del Salmo 44, la lamentación del Israel doliente: "Tú nos arrojaste a un lugar de chacales y nos cubriste de tinieblas. (...) Nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y nuestra opresión?»
Benedicto XVI se hizo esas preguntas, esas preguntas eternas, ante el lugar del horror, y trató de darles una respuesta católica. Pero no lo consiguió.
Nunca nadie ha conseguido dar respuesta a esas preguntas, salvo los cátaros:
No es que Dios permitiera eso. Es que no pudo evitarlo, porque no es todopoderoso.
En Auschwitz, como en tantos otros lugares, como en tantas otras ocasiones, ganó el Mal.
Fue una batalla ganada por el Mal. Fue una batalla que Dios perdió.
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ResponderEliminarDIOS nunca planeo esta calamidad para la humanidad de Echo hizo al hombre en el jardín del edén con todas las bendiciones espirituales de salud y materiales. Pero el mismo hombre por su pecado y desobediencia a Dios acarrea este tipo de maldiciones y por no saber usar el libre advedrio (la libertad de elegir por si mismo) que fue un regalo que Solo los seres humanos tenemos por que Dios nos lo dio como regalo
ResponderEliminarPero el ser humano lo usa mal no aplica las leyes de su palabra (la biblia) que Dios nos dejo como un manual de vida y luego se queja y le atribuye a Dios la culpa de sus desgracias.
Pero Dios sigue Siendo Dios el es perfecto limpio y si mancha tanto asi que nos dios a Su Hijo Jesucristo para que todo aquel que en el cree no se pieda mas tenga vida eterna
Si ha leído el texto, habrá advertido que no es ésa la tesis de este blog. Respeto su creencia, que es la tradicional de la Iglesia, pero creo que no explica la existencia del Mal en el mundo.
ResponderEliminarMe están interesando distintos artículos de este blog, ya que mi permanente búsqueda me ha hecho llegar hasta aquí, pero...:
EliminarCómo es posible, según tú o los gnósticos, que exista el Mal independientemente del Dios Verdadero?, qué explicación dais a eso?
Si Dios es bueno y es lo único existente y no creado (eterno), y si en Él es imposible el Mal y que surja dicho Mal de Él..., cómo es que existe el Mal?
Acaso el Mal es otro Dios eterno?
Hay dos Dioses?, qué sentido puede tener eso? Si existe un Supremo, es imposible que haya otro Supremo, pues de tal manera, ya no sería Supremo y Único.
Un saludo.
Hola, amigo. Me alegro mucho de que mis palabras te despierten algún interés.
EliminarEn cuanto a lo que me preguntas, te digo:
Partir de que existe un sólo ser, Supremo y Único, es partir de un preconcepto.
Y es ese preconcepto el que impide, el que ha impedido al catolicismo, por ejemplo, dar una explicación convincente a la presencia del Mal.
Pero no siempre se ha dado por hecho que sólo existe un Dios, y no en todas las religiones.
Precisamente la explicación a la presencia del Mal en el mundo es ésa: La existencia de dos Principios en lucha, el del Bien y el del Mal.
Nada se opone a ello, más bien al contrario: Esa coexistencia de dos Principios creadores explica muchas cosas.
El Dios del Bien es el creador del mundo del Espíritu y el Dios del Mal creó el mundo de la materia. Y, en la pugna entre ambos, el espíritu humano, creación del Dios del Bien, quedó “preso” en el cuerpo material. Y, con ello, se vio obligado a vivir en la esfera del Mal.
La muerte no es sino la liberación de esa cárcel y el retorno al lugar del que procedemos, la vuelta a la casa del Padre. Pero, para que se produzca ese regreso, primero el espíritu tendrá que "recordar el camino de vuelta", en un proceso de búsqueda y aprendizaje, y de creciente desapego de lo material. Conforme vayamos "recordando" lo que fuimos, ya lo único que querremos será regresar a la Luz. Volver a Casa.
Bueno, pero de igual manera yo podría decir que la idea de dos Principios Eternos, el del Bien y el del Mal, son prejuicios o dogmas rígidos en los que se establece el gnosticismo y de los cuales, siendo gnóstico, parece no poder escaparse uno.
EliminarPuede haber muchos matices a todo, y es en esos matices en los que actualmente yo podría moverme, más que nada por dudar de todo y querer igualmente saber.
Yo no puedo entender Dos Absolutos. Pero no por religión (ninguna sigo), aunque bien podría ser por el paradigma social en el que nos movemos, aunque más bien también se podría decir por la lógica humana. Puede haber otra lógica superior? Desde luego que la hay y la habrá, pero por ésa, yo no puedo regirme sino especular.
Sólo puedo ver un Absoluto. Un Todo. De ese Todo surge lo que es.
No puedo ver dos Todos, ya que entonces no serían Todo, sino Partes. Y no puedo admitir (en mi razonamiento lógico), dos Partes Enormes sin que exista un Todo.
Dos Partes en lucha, me parece más fantasioso que otra cosa.
Yo más bien veo un Plan Divino en todo. Un cierto "juego" o "experiencia de conocimiento". Un Principio Contenedor de todo o causa de todo.
Un saludo!
:)
Bueno, si esa especie de “juego divino” te resulta una explicación satisfactoria, adelante con ella. A mí me parece aterradora e incomprensible la idea de un Dios que “juega” con el hombre, y que es la causa de todo, del bien y del mal, de la felicidad y del dolor. Pero a quien le sea suficiente esa explicación, adelante con ella.
EliminarSin embargo, tú mismo empezabas por preguntarte: Si Dios es bueno, ¿cómo es que existe el Mal?
La idea de un Absoluto del que surge todo es la explicación tradicional en la que nos hemos educado. Pero, ¿por qué sería más "lógica" la existencia de un sólo Principio creador, cuando todo lo que vemos (y lo que no vemos) nos habla de antítesis entre dos realidades opuestas?
No se trata de "Todos" ni de "Partes". Se trata de realidades diferentes.
Que existe una lucha entre el Bien y el Mal no es una fantasía, sino una constatación. Para hablar de ello sólo podemos recurrir a metáforas, imágenes y símbolos, porque el lenguaje humano no alcanza para hablar de lo inefable.
El gnosticismo no se basa en dogmas, sino todo lo contrario: Es la vía del conocimiento interior, que no se impone, sino que se alcanza individualmente, en un proceso de búsqueda personal.
Pero, a quien le resulte suficiente la idea del Principio único causante del bien y del mal, adelante con ella.