Este mundo material se hizo sin la intervención de Dios, lo hizo otro ser. Un Daimon chapucero que sólo fue capaz de crear maldad carente de espíritu, materia vacía, la Nada, el terreno yermo en el que, de algún modo que desconocemos, consiguió apresarnos.
Somos partículas de Luz apresadas en la opaca materia.
Nos hallamos presos en la carne, pero venimos de otra parte, y a ese lugar aspiramos a regresar.
El espíritu pertenece a otro mundo, y a él volveremos.
Hemos olvidado nuestro origen, y todo nuestro esfuerzo en la Tierra debería consistir en tratar de recuperar esa memoria. La vida volcada hacia los aspectos materiales de la existencia embota el recuerdo. De vez en cuando tenemos algún atisbo de nuestra procedencia. Si ponemos atención, esos atisbos pueden ir en aumento. Ése es el camino del Conocimiento. Ése es el camino cátaro: Recuperar la memoria del origen. “Mi reino no es de este mundo”.
No formamos parte de una conciencia colectiva y despersonalizada que evoluciona como un todo indistinto. El camino de cada uno es personal.
Nuestro esfuerzo debería consistir en despertar nuestros recuerdos. Cuanto más recordemos, más desearemos regresar a nuestra patria, más nos esforzaremos por encontrar el camino de vuelta. El camino de regreso a Dios.
Dios es Bueno.
Es Bueno, pero no es Todopoderoso.
Dios se mantiene en lucha contra su opuesto. En esa lucha se producen avances y retrocesos, y en esa lucha el ser humano, con su toma de partido, con sus acciones en un sentido o en otro, participa y ayuda a que avance el Bien o el Mal.
Pedimos a Dios en el Padre Nuestro que nos ayude, que nos acompañe, que nos guíe.
Le pedimos que se haga su voluntad porque creemos que no le somos indiferentes.
Le pedimos que no nos deje porque creemos que, si puede, nos ayudará. Si puede.
Quizás no siempre puede. A veces el Mal es más fuerte que Él. Por eso, Dios necesita nuestra ayuda como nosotros la suya.
Si a veces estamos solos, no es porque a Dios le sean indiferentes estos espíritus que de Él proceden y a Él anhelan regresar. Es sólo que no es omnipotente.
Encontremos el modo de colaborar con Él. Igual que le pedimos su ayuda, deberíamos ofrecerle la nuestra...
Y pidamos a Dios sobre todo que nos ayude a recordar, que nos ayude a encontra el camino de vuelta.
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