El antiguo poema
francés Huon de Bordeaux cuenta la
historia del rey Huon y su esposa Esclarmonde.
Huon y
Esclarmonde se embarcan en un navío que les ha de conducir al castillo de
Monmur, el castillo encantado de Oberón.
Tras meses de
odisea por el pays des commans y la terre de foy, llegan al bocaige Auberon, el bosque encantado de
Oberón.
Allí encuentran
el “castillo de los monjes extraños”, donde en un salón suntuoso les espera
una mesa lujosamente dispuesta, pero sin nadie para servirles.
A la mañana
siguiente, Huon y Esclarmonde se dirigen a la iglesia para oír misa, pero en
ella no hay altar ni crucifijo. De repente, como por arte de magia, surgen del
suelo cien monjes. Huon consigue atrapar a uno de ellos, y le obliga a contarle
qué es lo que ocurre en el castillo.
El fraile le
aconseja que, sin pérdida de tiempo, prosiga su camino, pues todos los monjes
que allí hay son espíritus: Dios los arrojó a este lugar, donde aguardan ser
redimidos el Día del Juicio Final.
«La esperanza es
el hábito de esta hermandad».
El fraile
transporta a Huon y a Esclarmonde en una túnica mágica a Monmur.
Según otra
variante de la canción de Huon, es el pescador Mallabron, transformado en
delfín, quien los lleva, más allá del agua, al castillo de Oberón.
Oberón, rey de
las hadas y los elfos, esperaba la muerte en Monmur, pero no podía morir antes
de que Huon heredara su corona.
Recibe con
alegría a Huon y a Esclarmonde.
A continuación
se celebra un festín, en el que, de una copa maravillosa, se escancia vino a
todos los convidados.
Después del
banquete, Oberón hace que le traigan su corona y su jabalina, los símbolos de
su soberanía sobre el imperio de las hadas. Huon y Esclarmonde son coronados.
A la mañana
siguiente, Huon prueba sus nuevos poderes y reúne con su magia a todas las
hadas y barones del reino.
Ante toda la faerie reunida en asamblea, Oberón
declara:
«No soporto
permanecer por más tiempo en la tierra,
cuanto antes
quiero ir al paraíso...»
Oberón se
despide del mundo de las hadas y muere.
Su cuerpo,
embalsamado, es introducido en un féretro, que se mantiene en el aire. Por
debajo de él danzan en corro los elfos.
Finalmente, los
restos mortales de Oberón son sepultados en una cueva.
Entre la
“canción de Esclarmonde” del ciclo Huon y los poemas del Grial, sobre todo en
la versión de Wolfram, existen múltiples analogías:
El bocaige Auberon se asemeja al tupido y
sombrío bosque de Briziljan, por el que cabalga Parzival.
No resulta
fácil llegar ni a Monmur ni a Munsalväsche.
Tanto en Monmur
como en Munsalväsche impera la ley de la castidad.
Los monjes
extraños que esperan la liberación recuerdan a los ángeles del Parzival.
El pescador
Mallabron al borde de la vasta extensión de agua tras la que se encuentra el
reino de las hadas de Oberón es análogo al Rey pescador a la orilla del lago
Brumbane.
Tanto Oberón
como Amfortas sufren. Ambos esperan que la aparición de su sucesor posibilite
su salvación.
El reino
encantado de Esclarmonde es un mundo intermedio entre la vida más allá del
bosque protector y el Paraíso; es la Tierra de Salväsche, de Wolfram.
La jabalina se
corresponde con la lanza.
La copa mágica
juega el papel del Grial que distribuye la comida salvadora.
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