Durante
mucho tiempo, el Arte fue el modo en que el hombre trascendió la materia.
A
través del Arte, la materia dejaba de serlo. El hombre encontró el modo de
servirse de la materia para aproximarse al Espíritu. La materia, en manos del
artista, se transmutaba en mensaje de lo invisible.
Durante
mucho tiempo, el Arte fue un camino ascendente, de lo material a lo espiritual,
de lo denso a lo sutil, de lo oscuro a lo luminoso.
Está
dejando de serlo. El hombre, que tanto se afanó por construir esa vía de comunicación
con lo inefable, ahora parece empeñado en cegarla.
Las
creaciones plásticas, son, cada vez más, pura materia carente de espíritu.
Manipulación de la materia que sólo apela a la materia. Objetos carentes de
trascendencia.
Durante
mucho tiempo, el principal valor del Arte, más allá del virtuosismo del
artífice, radicaba en su capacidad de transmitir el espíritu. Su capacidad de
trascender. El ser humano había encontrado en la expresión artística el mejor
vehículo para superar el lastre de lo material, para alcanzar esferas
superiores, para expresar lo inexpresable, profundizar en lo insondable,
comprender lo inexplicable. Para acercarse a la divinidad.
El
antiguo Arte sigue posibilitando esa comunicación. Afortunadamente conservamos
las obras de tiempos pretéritos, cuando el ser humano consideraba importante la
comunicación con Dios.
¿Qué
nos está pasando? Las expresiones plásticas actuales son banales,
insustanciales, feas. Se les sigue llamando Arte, porque se ha deformado el
concepto de Arte. El Arte durante mucho tiempo hizo referencia a la Belleza y,
a través de ésta, a un mundo superior y mejor. Ahora, en cambio, buena parte de
eso a lo que se sigue llamando Arte, se regodea en la Fealdad, remite a lo peor
del ser humano. Esas nuevas creaciones ya no sirven como medio de comunicación
con el Otro Lado. Pueden ser, en ocasiones, objetos decorativos; en otros
casos, manifestaciones supuestamente subversivas, pero que ya no subvierten
nada. Son meros trozos de materia inane.
Quizás
el ser humano encuentre nuevas vías que sustituyan a las antiguas. No hay por
qué creer que sólo los caminos antiguos son válidos. Es sólo que hoy esas
nuevas vías está aún por abrir, y las antiguas están siendo obstruidas por esos
trozos de materia intrascendente que los farsantes hacen pasar por Arte.
Mientras
aguardamos el posible descubrimiento de nuevos lenguajes, habría que cuidar los
antiguos. En cambio, se está perdiendo la capacidad de comprensión de los
viejos códigos, cuando aún no tenemos con qué sustituirlos. Así, el ser humano
se está quedando sin capacidad para entrar en contacto con Dios.
Parece
que no le importa. No se habla de Dios, no se habla a Dios. Pero, si no importa
el Espíritu, ¿qué puede importar? Sin trascendencia, todo es fútil y carente de
significado. Sin trascendencia, todo es mera materia perecedera.
La
destrucción del Arte tiene así mayores consecuencias de lo que se pudiera
pensar. La destrucción del Arte es la destrucción de uno de los canales de comunicación
con el Espíritu, de uno de los medios a través de los cuales, durante siglos,
el ser humano se ha elevado por encima de la miseria cotidiana y ha obtenido
atisbos de una realidad superior. El Arte era una vía de conocimiento. El Arte
actual ya no lo es. El Arte antiguo está dejando de entenderse. Sus claves ya
no se enseñan…
La
destrucción del Arte que está llevando a cabo el mundo contemporáneo nos está
dejando más pobres, más ignorantes, más desvalidos. Nos está alejando de Dios.
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