Parzival busca.
Recorre el camino confiando en que se produzca el Encuentro.
Buscad y hallaréis.
Llegan mensajes. Tenues, fragmentarios, difíciles de interpretar. Por eso,
hay que preguntar. Preguntad y se os responderá. Primero hay que encontrar la
pregunta correcta. Después, hay que saber descifrar el mensaje, que llega encriptado.
A través de las sombras de este mundo terrible, en ocasiones la Luz logra
filtrarse y alcanzarnos, ya muy amortiguada y sin embargo suficiente para
taladrarnos. Suficiente, también, para consolarnos.
Suficiente para que compense lo largo y duro que ha sido el camino. Largo y
solitario.
El camino es un proceso de desasimiento. Quedan atrás las pequeñas miserias
de las que a lo largo de los años se carga la vida. Quedan atrás las
preocupaciones por tantas cosas irrelevantes. Quedan atrás las palabras vacías
y los esfuerzos vanos. El camino te va desvistiendo, te descontamina, te
libera.
Pedid y se os dará. Se os dará ese destello de Luz que alumbre el sendero.
Ese destello de Luz que nos envuelva como una capa mágica.
Envueltos en esa capa, podremos calentarnos cuando haga más frío, podremos
atravesar las tierras más áridas, podremos soportar los golpes.
Y llega un momento en que la senda atraviesa el espejo. Entonces podremos
llegar a la Puerta. A la única puerta que importa. Llamad y se os abrirá.
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