Después de lo cual Satanás tuvo el designio de
hacer un hombre para que éste fuera su esclavo. Tomó limo de la tierra y lo
creó a su semejanza.
Luego, mandó al ángel del segundo cielo entrar en
ese cuerpo de barro.
Después hizo otro cuerpo en forma de mujer; y en
ese cuerpo de mujer hizo entrar al ángel del tercer cielo.
Los ángeles lloraron mucho cuando vieron que
estaban revestidos de envoltura mortal y que ahora existían bajo forma
diferente.
Y Satanás les conminó a hacer el acto de la carne
en estos cuerpos de barro, pero ellos no sabían hacer pecado.
Entonces el creador del pecado y de los males
venideros, empleando toda su malicia, procedió de la siguiente manera: Plantó
un Paraíso, en el interior del cual puso a los hombres.
Y él entró en el Paraíso y habló con ellos.
Les dijo:
"Comed de todo fruto que se encuentra en el
Paraíso, pero guardaos bien de comer de la fruta de la ciencia del Bien y del
mal."
Entonces el Diablo plantó un junco en medio del
Paraíso; después, con un poco de saliva creó una serpiente, a la que ordenó
habitar en el junco.
Es así como el Diablo disimuló su astucia y su
falacia y su mala intención, a fin que ellos no conocieran su trampa y no
vieran que les engañaba.
Después el Diablo se introdujo en el cuerpo de la
mala serpiente y en seguida salió del junco bajo la apariencia de la serpiente
y sedujo al ángel que tenía forma de mujer, y vertió sobre su cabeza la
concupiscencia del pecado.
Y la concupiscencia de Eva era como un horno
ardiente.
Y él cumplió su concupiscencia con Eva sirviéndose
de la cola de la serpiente.
Es por eso por lo que los hombres son llamados
hijos del Diablo e hijos de la serpiente, ya que sirven a la concupiscencia del
Diablo, su padre, y la servirán hasta la consumación de este siglo.
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