El consolament es asimismo bautismo.
Bautismo por el
que se transmite el Espíritu Santo, con la oración y con la imposición de
manos.
De ese bautismo
dice Jesucristo a sus discípulos: «Id e instruid a todas las naciones,
bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28,
19-20).
Y también:
«“Como el Padre me envió, os envío yo también”. Cuando lo hubo dicho, sopló
sobre ellos y les dijo “Recibid el Espíritu Santo”» (Juan 20, 21-23).
El ordenado
tomaba el libro de los Evangelios, y todos los demás cristianos presentes en
la ceremonia imponían sobre él la mano derecha.
El ordenado
decía entonces: “En nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” y todos
los demás decían “Amén” y añadían: “Padre Santo, acoge a tu servidor en tu
justicia y envía tu gracia y tu Espíritu Santo sobre él”.
Tras algunas
plegarias rituales, el nuevo cristiano besaba el Libro que se había utilizado
en el oficio.
La ceremonia
concluía con el intercambio general del beso de la paz.
Este gesto es
complementario del otro bautismo, el de Juan, el del agua.
El ritual cátaro
evoca el rito del sacramento paleocristiano del doble bautismo, agua e
imposición de manos, mencionado ya en los Hechos de los Apóstoles.
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