lunes, 5 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 4



Y nuevamente me hizo subir, al segundo cielo.

Allí vi, como en el primer cielo, ángeles a derecha e izquierda y un trono en medio, y oí las alabanzas de estos ángeles del segundo cielo.
Había gran gloria en el segundo cielo.

Caí de bruces para adorar, pero no me dejó el ángel que me guiaba. Me dijo:
“Por esto he sido enviado, para instruirte; no adores a ningún trono ni ángel de los seis cielos hasta que yo te lo diga en el séptimo cielo. Pues encima de todos los cielos y sus ángeles está dispuesto tu trono, tus vestiduras y tu corona, que has de ver”.

Me regocijé sobremanera, pues los que aman al Altísimo y a su Amado ascenderán allí en sus postrimerías por obra del ángel del Espíritu Santo.


 El ángel me subió al tercer cielo, e igualmente vi a los ángeles de la derecha y la izquierda, y también había un trono en medio.

Allí no se hace mención a este mundo.

Se transfiguraba mi rostro gloriosamente según iba ascendiendo a cada cielo.

Pregunté al ángel que estaba conmigo:
“¿Nada de aquel mundo vano se menciona aquí?”.

Me respondió así:
“Nada se menciona a causa de su insignificancia, pero nada queda oculto de lo que allí se hace”.

Quise averiguar cómo se sabe, mas me respondió así:
“Cuando te suba al séptimo cielo - de donde he sido enviado -, que está por encima de éstos, conocerás que nada se oculta a los tronos, a los que moran en los cielos, ni a los ángeles”.

La alabanza que cantaban y la gloria del que se sentaba en el trono eran superiores, y los ángeles de la izquierda y la derecha tenían más gloria que los del cielo inferior.


 Y me hizo ascender de nuevo, al cuarto cielo, cuya altura sobre el tercero es más que de la tierra al firmamento. Allí también vi a los ángeles de derecha e izquierda, y el que se sentaba en el trono estaba en medio. También allí recitaban alabanzas. También la gloria del que se sentaba en el trono era mayor que la de los ángeles, cuya gloria, empero, superaba a los de abajo.


 Me subió al quinto cielo, y de nuevo vi a los ángeles a derecha e izquierda.

El que se sentaba en el trono tenía más gloria que el del cuarto cielo. La gloria del que se sentaba en el trono era mayor que la de los ángeles, y su alabanza más gloriosa que la del cuarto cielo.

Alabé entonces al Inefable, al Único, que habita en los cielos, cuyo nombre no es conocido a ningún mortal. El que ha dado tal gloria a los ángeles de los distintos cielos, y multiplica la gloria del que se sienta en el trono.

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