Isaías en el
séptimo cielo.
Y me condujo a
la atmósfera del séptimo cielo, donde oí una voz que decía:
“¿Hasta dónde va
a ascender el que mora en la carne?”
Me asusté y me
eché a temblar. Mas cuando ya me encontraba en este estado, oí otra voz que
partía de allí y me decía:
“Permitido está
subir al santo Isaías, pues aquí está su vestidura”.
Me subió al
séptimo cielo, y allí vi una luz maravillosa, así como innumerables ángeles. Vi
en aquel lugar a todos los justos (desde Adán; allí vi al santo Abel, a Henoc y
a todos los que estaban con él), despojados del ropaje carnal. Los vi en sus
excelsas vestiduras, y eran como los ángeles que allí tenían gran gloria, pero
no estaban sentados en sus tronos, ni llevaban sus coronas gloriosas.
Pregunté al
ángel que estaba conmigo cómo habían recibido las vestiduras, y por qué no
estaban en los tronos con las coronas.
Me dijo: “No
recibirán las coronas y tronos gloriosos hasta que descienda el Amado en la
forma en la que lo verás (pues descenderá al mundo en los días postreros el
Señor que ha de llamarse el Cristo). Sin embargo, verán y sabrán de quiénes
serán los tronos y coronas, luego que Él haya descendido, haciéndose como de
vuestra forma, y siendo tenido por carne mortal.
El príncipe de
este mundo extenderá su mano contra el Hijo; lo inmolarán, crucificándolo en un
madero, sin saber quién es. Así será su descenso como tú lo verás; a los mismos
cielos quedará oculto para que no se sepa quién es. Y cuando se haya apoderado
del ángel de la muerte, ascenderá. Entonces subirán con Él los justos, cuyos
espíritus no recibirán vestiduras hasta el día en que ascienda el Señor Cristo,
y ellos con Él. Entonces, pues, recibirán sus vestiduras, tronos y coronas, cuando
Él haya subido al séptimo cielo”.
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