miércoles, 29 de febrero de 2012

QUMRAN


Qumran (Hirbet Qumrān) es un torrente del mar Muerto, en Israel, en cuyas orillas radican las ruinas de un monasterio esenio.
En las grutas de los alrededores se descubrieron, entre 1946 y 1956, unos manuscritos escritos en hebreo y en arameo de gran importancia para la historia del judaísmo y de los orígenes del cristianismo.

Con anterioridad a estos hallazgos, Qumran era ya conocido por la literatura de la antigüedad.
El año 77 d. C., Plinio el Viejo publicó su Naturalis historia, en cuyo libro V describe el mar Muerto: «En la ribera occidental (del mar Muerto), al abrigo del influjo nocivo (del agua), viven los esenios, un grupo de solitarios que no tiene igual en el mundo, sin relaciones sexuales, sin dinero».
Cuando se publicó la obra, la información había quedado desfasada, pues la colonia fue destruida en el 68 d. C.

La fundación de la comunidad de Qumran se sitúa en unos años marcados por la reacción macabea contra la política de helenización del sirio Antíoco IV Epífanes.


El nombre esenios deriva del sirio-arameo “hasayya”: “los devotos”.
Se trata probablemente de un grupo de sacerdotes y laicos de estricta observancia, que, con la caída del sacerdocio sadoquita bajo Antíoco IV Epífanes, quedaron sin guía y se aliaron durante un tiempo a los macabeos.
Estos “devotos” fueron los antepasados de los esenios, que en la siguiente generación se reunieron en el desierto cerca de Qumran bajo la dirección de un hombre, cuyo nombre no aparece en los rollos de las cuevas, pero que como “Maestro de Justicia” desempeñó un papel decisivo de adalid de los esenios.
Era de ascendencia sacerdotal y bajo su dirección tuvo lugar la desvinculación de los “devotos” del culto en el templo de Jerusalén y su éxodo de Jerusalén a Qumran, conforme a las palabras de Isaías: «preparad en el desierto el camino del Señor».
Su adversario era el “Sacerdote de la Impiedad”, seguramente el sumo sacerdote entonces en funciones en el templo de Jerusalén: el macabeo Jonatán.
Si el Sacerdote de la Impiedad es Jonatán, entonces la aparición del Maestro de Justicia y consiguientemente la fundación de la comunidad esenia se sitúa por los años 150 a. C.


La secta esenia y el grupo de los hombres que moraban en Qumran no son lo mismo. Los esenios habitaban en las ciudades, en tanto que los hombres de Qumran vivían en el desierto, como núcleo radical, escindido de los primeros, separado de las “moradas de los hombres de la impiedad”.
Cuestiones como por ejemplo el celibato encuentran así su explicación, ya que, mientras que el reducido círculo de los esenios radicados en Qumran renunciaba a las relaciones sexuales, las confraternidades laicas que estaban dispersas por el país y habitaban en núcleos urbanos, sí celebraban matrimonios.
Los hombres de Qumran se dedicaban plenamente al estudio y a prepararse para la inminente guerra de las fuerzas de la luz contra las fuerzas de las tinieblas.


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 Los textos de Qumran prolongan el dualismo de la apocalíptica con la idea de un combate entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas.

Los esenios son los “perfectos del camino”, la “comunidad de los hombres de santidad perfecta”, los “hijos de la justicia”, los auténticos sacerdotes.
Los esenios se saben llamados a alcanzar el beneplácito divino, sin necesidad de la carne de las víctimas de los sacrificios. Porque la oración es el único verdadero culto a Dios, y la perfección de la vida es la auténtica oblación ofrecida voluntariamente.

Al ingresar en la comunidad el esenio se comprometía «a amar todo lo que Dios ha elegido y a odiar todo lo que Dios ha reprobado», es decir, «a amar a los hijos de la luz y a odiar a los hijos de las tinieblas».

El motivo del ministerio sacerdotal esenio se corresponde con el motivo del combate en la “guerra santa”.
Su renuncia al sexo tiene su fundamento en la aspiración a la pureza del sacerdote en servicio, la misma pureza que se exige a las tropas en la guerra santa.
En la lucha final, que se espera próxima, entre los poderes de la luz y de las tinieblas, los esenios se consideran como las huestes de Dios en pie de guerra, como instrumento de la divinidad, pronto a responder al llamamiento.
La vida de los creyentes es como una lucha con las armas de la luz contra los asaltos de los poderes de las sombras.


En la literatura de Qumran resuena constantemente la idea de no asociación entre los justos y los malvados; el conflicto entre la luz y las tinieblas.
Entre sus manuscritos se halla una “Regla de la guerra (milhama) de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”.

Esta idea se construye sobre el fondo de un dualismo ajeno al judaísmo, que tiene sus raíces en concepciones iránicas.
Es básica en este planteamiento la doctrina de los dos espíritus, el “espíritu de la verdad” y el “espíritu de la mentira”, el “príncipe de la luz” y el “ángel de las tinieblas”. Dios y Belial/Satán.

A esta construcción dualista corresponde la expectativa escatológica de los esenios: Al final del mundo Dios aniquilará definitivamente a Belial.


Mientras, en el tiempo presente, tiempo de la lucha entre los dos espíritus, que se encamina a su cercano fin, inmediatamente antes del combate de cuarenta años de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas, Dios envió al Maestro de Justicia.

Éste interpretó nuevamente la Toráh y reunió en torno a sí a los hijos de la luz, que aguardan la revelación definitiva.

El título de Maestro de Justicia parece corresponder a una figura histórica. Tal vez un sumo sacerdote en tiempos de Jonatán Macabeo.
Los manuscritos lo presentan como el hombre designado por Dios para dirigir la comunidad de sus seguidores, esto es, la comunidad de Qumran, en los últimos días. El destinatario de una revelación y comprensión especial de las Escrituras, a quien Dios ha manifestado todos los misterios.
Existen varios textos que hacen referencia a su persecución y muerte.
Ligada a la figura del Maestro de Justicia se encuentra la del Sacerdote Impío, que pudo haber sido el citado Jonatán Macabeo, aunque su nombre no aparece en los textos.
Este Sacerdote Impío, también llamado Hombre de la Mentira, persiguió al Maestro de Justicia.

Algunos autores han efectuado una datación diferente de los textos de Qumran y han identificado al Maestro de Justicia y al Sacerdote de la Impiedad con Jesús y Pablo respectivamente, o con Juan el Bautista y Jesús de Nazaret.


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 Como preparación al “éschaton”, la comunidad esenia, en tanto que sacerdote en servicio, se esfuerza por alcanzar el más alto grado de pureza.
Para ello, los esenios tomaban diariamente baños de inmersión, lavatorios de purificación, que sustituyen a los sacrificios.

Después de prestar el servicio del día en el templo de Jerusalén, los sacerdotes se reunían en un recinto especial para una refección con piezas de los sacrificios. Esta refección, pero sin carnes sacrificiales, fue conservada también por los esenios. Un sacerdote presidía la comida en común y pronunciaba las bendiciones sobre el pan y el vino.


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 Los escritos de Qumran son de la mayor importancia para la comprensión de la obra de Juan Evangelista.
El dualismo entre verdad y mentira, luz y tinieblas, espíritu y carne, vida de arriba y vida de abajo, característico del cuarto Evangelio, se interpretaba en gran parte, antes de la aparición de la literatura de Qumran, en función de categorías gnósticas.
Los nuevos textos han demostrado que también en Palestina existía una visión dualista del mundo.
Hoy se puede decir que el dualismo del cuarto Evangelio tiene sus raíces en el dualismo que late también en la literatura de Qumran. Aunque, por lo demás, entre un texto y otros existen profundas diferencias.

 

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