La poesía aproxima al hombre a Dios. La música es el lenguaje para hablar con Dios. El arte abre grietas en la materia a través de las cuales el hombre puede comunicarse con Dios.
No cualquier poesía, ni cualquier música, ni cualquier arte. No cualquiera de las cosas que hoy llamamos poesía, música, arte...
Los místicos recurrieron a la poesía para explicar su conocimiento de Dios, y escribieron las más hermosas poesías.
Desde el canto gregoriano hasta El Mesías de Händel, la música religiosa puede estremecer el corazón humano que a través de ella escucha la voz de Dios.
El arte plástico se hace con materia, pero no siempre es materia. La pintura de Edward Blair Leighton o William-Adolphe Bouguereau, la escultura de Miguel Ángel, no son materia. Son Belleza que utiliza la materia para comunicarse, para entrar en contacto con el hombre. Son un triunfo del Bien sobre el Mal. Son mensajes, son conversación de hombre y Dios.
Cuando el hombre entra en una ermita románica, en una catedral gótica, en un templo barroco, está penetrando en un espacio que trasciende la materia.
Se ha dicho que Dios está en todas partes, y es verdad, pero el hombre no puede comunicarse con Dios igual en el fragor de una discoteca que en el silencio de una iglesia. No importa a qué confesión religiosa pertenezca ese templo; eso no es relevante. Al atravesar las puertas de las grandes construcciones góticas el hombre entra en contacto con la divinidad. Para eso fueron hechas. No para que el hombre viera piedras y pigmentos, sino para que sintiera a Dios. Para que hablara con Dios. Para que Dios tuviera un cauce a través del cual hablar con el hombre.
Convertidas en objetivo turístico, las catedrales góticas están perdiendo su función. Pero si conseguimos quedarnos en ellas cuando se van los turistas, podremos escuchar el otro sonido, el sonido que no se percibe a través del bullicio, la tenue voz de Dios.
Se desarrolló el catarismo en un pequeño mundo presidido por la búsqueda de la belleza, y ello de algún modo impregnó su búsqueda personal. La búsqueda de Dios es la búsqueda de la Belleza. La Belleza es el lenguaje de la Verdad, la Belleza es una de las vías que encuentra la Bondad para expresarse. La Belleza es el lenguaje de Dios.
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