lunes, 29 de abril de 2013

La existencia del Grial




El Reino del Grial existe.

En él confluyen todas las tradiciones: las atlánticas, célticas y nórdicas, las mediterráneas, hebraicas y cristianas: el reino de Arturo y el reino del preste Juan, Avalon y Tule, Salomón y José de Arimatea, la piedra y el pez...

El Reino del Grial, ese “Centro”, existe.

A formar parte de él están llamados los elegidos de todas las tierras.

De él parten caballeros hacia lejanos países, en misiones secretas.
Nadie sabrá jamás de dónde vienen verdaderamente ni cuál es su raza ni su nombre.

El Reino del Grial es una patria que nunca podrá ser invadida, a la que se pertenece por un nacimiento distinto del físico, por una dignidad distinta de todas las del mundo, y que une en una cadena irrompible a hombres que se encuentran dispersos en el mundo, en las naciones, en el espacio y en el tiempo.


Durante unos años, en la Edad Media, todo el Occidente caballeresco vivió intensamente el mito del Grial, de sus caballeros y de su búsqueda.

Pero la necesidad de que un héroe de las “dos espadas”, superador de pruebas naturales y sobrenaturales, haga la pregunta, plantee la cuestión de sacar a la luz ese algo que sana, que restituye a la realeza su poder, que restaure lo roto, es una necesidad de todos los tiempos.

El héroe es el realizador del misterio del Grial, aquél que él mismo se convierte en el Grial, una vez realizadas todas las condiciones de la caballería “terrenal” y de la “espiritual”, una vez que haya conocido el Grial.

Existen textos en los que el tema se presenta de modo más directo:
El caballero que ha llegado al castillo se dirige al rey y, saltándose todo ceremonial, le pregunta: «¿Dónde está el Grial?». Lo cual significa: «¿Dónde está el poder del que deberíais ser el representante?»
De esa pregunta procede el milagro.

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