viernes, 26 de agosto de 2011

Y el Verbo habitó entre nosotros


El Verbo. La Palabra. El Logos. El Espíritu.
Nosotros somos Verbo preso en carne. Palabra encarcelada en materia.
Por eso, nuestro lenguaje es la palabra. Lo que nos aproxima a Dios es la palabra.

La palabra hecha poesía es la más depurada expresión de nuestro espíritu encarcelado.


Poesía y música son las mejores vías de comunicación con Dios. Poesía y música son una misma cosa. La música es la palabra sublimada, la palabra que ha superado las distintas lenguas y se ha hecho lenguaje universal; la palabra tras extraer de ella lo contingente; la palabra hecha abstracción.


Fray Luis definió así este lenguaje en su Oda a Francisco Salinas, Catedrático de Música de la Universidad de Salamanca:

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.

Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.

¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!

¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!


La poesía y la música son el lenguaje para hablar con Dios, el lenguaje sagrado, el medio a través del cual Dios y los hombres intercambian mensajes.

 

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