Parsifal fue a
la Fuente La Salväsche,
a una celda
perdida en la roca,
que Trevrizent
había elegido por mansión.
Con él aprendió
Parsifal
la ciencia
secreta del Grial.
Trevrizent
entregó
su espada y vida
de caballero
al servicio del
Amor divino
para ganar la
salvación eterna.
Combatía el
poder del diablo
mientras sufría
al ayunar.
Dios le había
dado tales sentimientos
que sólo vivía
preparándose
para el día en
que volaría al cielo.
El anfitrión
condujo a Parsifal a una cueva
donde el soplo
del viento apenas se percibía.
Allí había una
túnica, que le puso a su huésped,
acompañándole a
una celda próxima.
Wolfram von
Eschenbach
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