El Verbo. La Palabra. El Logos. El Espíritu.
Nosotros somos Verbo preso en carne. Palabra encarcelada en materia.
Por eso, nuestro lenguaje es la palabra. Lo que nos aproxima a Dios es la palabra.
La palabra hecha poesía es la más depurada expresión de nuestro espíritu encarcelado.
Poesía y música son las mejores vías de comunicación con Dios. Poesía y música son una misma cosa. La música es la palabra sublimada, la palabra que ha superado las distintas lenguas y se ha hecho lenguaje universal; la palabra tras extraer de ella lo contingente; la palabra hecha abstracción.
Fray Luis definió así este lenguaje en su Oda a Francisco Salinas, Catedrático de Música de la Universidad de Salamanca:
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
La poesía y la música son el lenguaje para hablar con Dios, el lenguaje sagrado, el medio a través del cual Dios y los hombres intercambian mensajes.
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